sábado, 3 de enero de 2009

Relax por vacaciones (#38)

Hoy no hablo de Economía,
Hoy no haré más predicciones,
Contaré con alegría,
Anécdotas de a montones,
Quiero que la gente ría,
Pa’ alegrar sus corazones.

En esta mi última columna de 2008 o primera de 2009 según se quiera ver, no quiero amargar a mis lectores con cifras económicas del cierre del año, ni con pronósticos para el año nuevo, sino que mejor voy a aprovechar el ambiente de euforia navideña y de buenos propósitos, para contar algunas anécdotas relativas a estas fechas.

Empecemos por recordar las 4 etapas en la vida de un hombre con respecto a la Navidad: la primera es cuando cree en Santa Claus, la segunda es cuando ya no cree en Santa Claus, la tercera es cuando se disfraza de Santa Claus y la cuarta y última es cuando ya se parece a Santa Claus. ¿Usted en cual está?

Oye comadre, ¿Qué prefieres, la Navidad o hacer el amor?, hay comadre yo creo que La Navidad pues al menos es una vez al año.

Pepito intrigado le dijo a su mamá: Oye mamita, tengo una duda. Si Dios nos da de comer, si la cigüeña nos trajo a mi hermanita y a mí de Paris, y si Santa Claus y los Reyes Magos nos traen los regalos, entonces, ¿de que sirve mi papá?

En Galicia estaban examinando 3 Sinodales a Pacorro para darle su título profesional. El primero le preguntó sobre los “Rayos Catódicos”, a lo que Pacorro respondió, después de mucho murmurar que la respuesta la tenía en la punta de la lengua: “Los Rayos Catódicos son Fernando e Isabel”. El Segundo enojado preguntó a Pacorro: “si los rayos catódicos son Fernando e Isabel, entonces quienes son los Reyes Católicos”. La respuesta fue inmediata: “los Reyes Católicos son Melchor, Gaspar y Baltazar”. El tercero, lleno de ira dijo: “si esos son los Reyes Católicos entonces quienes son los Reyes Magos”. Volteó hacia todos lados y con voz baja como queriendo transmitir un secreto, Pacorro dijo: “Shssss, son los papás”.

Un niño presumía en la escuela que su papá había comprado un coche como el de Santa Claus. A la pregunta de que coche se trataba, el respondió: “un Renol”.

Tres hermanos que tenían mucho dinero, pero que nunca veían a su solitaria y anciana madre, presumían de su regalo de navidad: el primero le compró una residencia muy amplia y lujosa, el segundo le mandó un coche BMW con todo y chofer y el tercero, tomó en cuenta que su madre ya casi no veía y ya no podía leer la Biblia, que era lo que más disfrutaba, por lo que le envió un lorito maravilloso que había sido entrenado durante 12 años por unos monjes y que bastaba decirle el capítulo y verso deseado para que el lorito lo recitara. Poco después, la madre envió cartas de agradecimiento a los tres, así que al primero le dijo que la casa era tan grande que se pasaba todo el día limpiándola aunque solo ocupaba un cuarto, al segundo le agradeció diciéndole que el coche estaba todo el día encerrado pues a ella ya no le gustaba salir de su casa y se quejaba de que el chofer era un haragán y finalmente al tercero le decía que era el único que conocía sus gustos y necesidades y le agradecía su atinado regalo, que el pollo estuvo riquísimo.

Un niño regiomontano preguntaba a su papá: “Oye papá, si el año pasado me regalaste un globo en la Navidad, ¿ahora que harás? No faltaba más hijo, este año te lo inflo.

El Presidente fue a una tienda de departamentos y tuvo la oportunidad de platicar con Santa Claus, quien le dijo que solo le podía conceder un regalo, así que debía pensar muy bien su petición. De inmediato pidió que lo ayudara a resolver los graves problemas de inseguridad del país y a ganar la lucha contra el narco tráfico y el crimen organizado. No, no, no, dijo Santa Claus molesto, eso está imposible, mejor pídeme otra cosa. Bueno, dijo el Presidente, entonces te pido que me des la inteligencia para gobernar bien al país. Santa Claus se quedó pensando y respondió: “A ver hijo, siéntate a mi lado y vamos a ver con más detalle eso que me pediste de la inseguridad”

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