Ya hay ACUERDO, ¡decepción!
Pues pa’l empleo y pa’ la gente,
Hay muy pobre solución,
Nos resultó insuficiente,
No aprovechó la ocasión,
Gobierno ni PRESIDENTE.
El 7 de los corrientes se firmó el “Acuerdo nacional en favor de la economía familiar y el empleo”, suscrito por el gabinete, políticos, dirigentes obreros y campesinos y empresarios, los cuales se enteraron del contenido unos minutos antes de firmarlo.
No es ACUERDO, ya que constituye un simple Programa de Gobierno, pues no incluye compromisos adicionales a los del propio gobierno federal, algunos de los cuales ya eran conocidos como la inversión en infraestructura y el mejoramiento del ejercicio del presupuesto, sin tomar en cuenta que el bajo ejercicio es por falta de proyectos ejecutivos (se anunció hace meses la construcción de una refinería y aún no se sabe en que entidad federativa se construirá). Las medidas adicionales resultan poco convincentes: se “congelan” los precios de las gasolinas, después de más de 30 aumentos y cuando están más caras que en EEUU, en lugar de bajarlos; nada se dice del precio del diesel que tanto impacta en actividades productivas y de transporte; habrá reducción del 10% del precio del gas LP y de tarifas eléctricas industriales, bien, pero no se incluyen las domiciliarias y en vez de eso se dará un apoyo del 50% a familias de escasos recursos, para sustituir sus aparatos electrodomésticos por otros más eficientes, sin considerar que estas familias estarán tan presionadas por la falta de recursos para comer, que en lo que menos pensarán será en cambiar sus pobres aparatos; para preservar el empleo no se habló de reducir la carga fiscal, ni de estímulos para quien genere empleo; a los trabajadores se les anuncia que al perder su empleo se les ampliará a 6 meses su derecho al IMSS y podrán retirar un monto mayor de su fondo de retiro; en las empresas que exporten el gobierno dará un apoyo a sus trabajadores cuando haya paros técnicos; nada se dijo de alimentos, colegiaturas, telefonía, tasas de interés y servicios bancarios.
En forma vaga y sin dar detalles se habló de la ampliación del programa de empleo temporal y del de financiamiento para vivienda popular, para pequeñas y medianas empresas y para el sector rural y se dijo que se promoverán compras de ¿bienes nacionales?, pero nada se ofreció en materia de austeridad en los 3 niveles de gobierno, ni de evitar la evasión y la corrupción fiscal, para poner buenos ejemplos a los demás firmantes y así tratar de generar un efecto en cascada con compromisos de todos los agentes económicos y sociales.
¿Recuerdan otros pactos similares? En diciembre de 1987 se firmó el primer pacto de Solidaridad Económica y luego vinieron otros en 1988, en mayo de 1992, en octubre de 1992, en septiembre de 1993, en enero de 1994, en marzo de 1995, en octubre de 1995, en marzo de 1996, en octubre de 1996, en febrero de 1998 y en febrero de 2001, todos con nombres rimbombantes para atender el crecimiento y el empleo y desde entonces el producto interno casi no crece y se deterioran cada vez más los salarios, ya que constituyen instrumentos mediáticos con pocos compromisos reales.
Una vez más el gobierno ha desaprovechado esta oportunidad para replantear el funcionamiento de nuestra economía, reconociendo nuestro lento crecimiento, la reducción constante de la productividad y la competitividad y el gran incremento en la inequidad social, definiendo un modelo propio que atienda el mercado interno, que retome la educación y capacitación como prioridad y que utilice sus recursos para el desarrollo del país. El Estado pudo haber aprovechado para tomar un liderazgo frente a los demás agentes económicos y para intentar sacar al país del letargo, pero para desgracia colectiva, las autoridades preferirán echar la culpa de nuestras desgracias a la crisis global, en lugar de enfrentar esta responsabilidad histórica y ahora, ante la ineficacia del “Acuerdo”, cada político presentará su propio “Pacto”, para llevar agua a su molino.
Pues pa’l empleo y pa’ la gente,
Hay muy pobre solución,
Nos resultó insuficiente,
No aprovechó la ocasión,
Gobierno ni PRESIDENTE.
El 7 de los corrientes se firmó el “Acuerdo nacional en favor de la economía familiar y el empleo”, suscrito por el gabinete, políticos, dirigentes obreros y campesinos y empresarios, los cuales se enteraron del contenido unos minutos antes de firmarlo.
No es ACUERDO, ya que constituye un simple Programa de Gobierno, pues no incluye compromisos adicionales a los del propio gobierno federal, algunos de los cuales ya eran conocidos como la inversión en infraestructura y el mejoramiento del ejercicio del presupuesto, sin tomar en cuenta que el bajo ejercicio es por falta de proyectos ejecutivos (se anunció hace meses la construcción de una refinería y aún no se sabe en que entidad federativa se construirá). Las medidas adicionales resultan poco convincentes: se “congelan” los precios de las gasolinas, después de más de 30 aumentos y cuando están más caras que en EEUU, en lugar de bajarlos; nada se dice del precio del diesel que tanto impacta en actividades productivas y de transporte; habrá reducción del 10% del precio del gas LP y de tarifas eléctricas industriales, bien, pero no se incluyen las domiciliarias y en vez de eso se dará un apoyo del 50% a familias de escasos recursos, para sustituir sus aparatos electrodomésticos por otros más eficientes, sin considerar que estas familias estarán tan presionadas por la falta de recursos para comer, que en lo que menos pensarán será en cambiar sus pobres aparatos; para preservar el empleo no se habló de reducir la carga fiscal, ni de estímulos para quien genere empleo; a los trabajadores se les anuncia que al perder su empleo se les ampliará a 6 meses su derecho al IMSS y podrán retirar un monto mayor de su fondo de retiro; en las empresas que exporten el gobierno dará un apoyo a sus trabajadores cuando haya paros técnicos; nada se dijo de alimentos, colegiaturas, telefonía, tasas de interés y servicios bancarios.
En forma vaga y sin dar detalles se habló de la ampliación del programa de empleo temporal y del de financiamiento para vivienda popular, para pequeñas y medianas empresas y para el sector rural y se dijo que se promoverán compras de ¿bienes nacionales?, pero nada se ofreció en materia de austeridad en los 3 niveles de gobierno, ni de evitar la evasión y la corrupción fiscal, para poner buenos ejemplos a los demás firmantes y así tratar de generar un efecto en cascada con compromisos de todos los agentes económicos y sociales.
¿Recuerdan otros pactos similares? En diciembre de 1987 se firmó el primer pacto de Solidaridad Económica y luego vinieron otros en 1988, en mayo de 1992, en octubre de 1992, en septiembre de 1993, en enero de 1994, en marzo de 1995, en octubre de 1995, en marzo de 1996, en octubre de 1996, en febrero de 1998 y en febrero de 2001, todos con nombres rimbombantes para atender el crecimiento y el empleo y desde entonces el producto interno casi no crece y se deterioran cada vez más los salarios, ya que constituyen instrumentos mediáticos con pocos compromisos reales.
Una vez más el gobierno ha desaprovechado esta oportunidad para replantear el funcionamiento de nuestra economía, reconociendo nuestro lento crecimiento, la reducción constante de la productividad y la competitividad y el gran incremento en la inequidad social, definiendo un modelo propio que atienda el mercado interno, que retome la educación y capacitación como prioridad y que utilice sus recursos para el desarrollo del país. El Estado pudo haber aprovechado para tomar un liderazgo frente a los demás agentes económicos y para intentar sacar al país del letargo, pero para desgracia colectiva, las autoridades preferirán echar la culpa de nuestras desgracias a la crisis global, en lugar de enfrentar esta responsabilidad histórica y ahora, ante la ineficacia del “Acuerdo”, cada político presentará su propio “Pacto”, para llevar agua a su molino.
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