viernes, 31 de diciembre de 2010

A QUE LE TIRAS CUANDO SUEÑAS MEXICANO

Enero de 2011

En mi vida tuve la oportunidad de trabajar más de 36 años en la Administración Pública, ocupando puestos de relevancia como Jefe del Departamento de Programación de Inversiones de la Secretaría de Obras Públicas, Director General de Presupuesto Agropecuario y Pesquero en la Secretaría de Programación y Presupuesto, Oficial Mayor de la Secretaría de Energía, Minas e Industria Paraestatal, Subdirector de Crédito a Estados y Municipios y Director de Administración en el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos y Director Estatal de Nacional Financiera en Querétaro, entre otros. Aunque la mayor parte de este tiempo me tocaron gobiernos priistas, tuve la suerte de no ser presionado para ingresar al partido, ya que aunque desde estudiante tenía muy bien definida mi ideología, tenía el deseo de conservar mi independencia de criterio, lo cual es casi imposible estando afiliado en alguno de los partidos políticos. En la última etapa me tocó la transición “democrática” y al poco tiempo tuve que dejar el trabajo. Para los panistas yo formaba parte de 70 años de corrupción, como calificó FOX a toda esa etapa del país, agarrando parejo y criticando a todos los que hubiéramos ocupado un puesto público en ese lapso; para los priistas yo era un desagradecido que no reconocía que todos mis puestos se los “debía” al PRI, lo que posiblemente fue cierto para muchos de ellos, pero yo consideraba que en mi caso, mis nombramientos se los debía a que funcionarios conocidos habían confiado en mis conocimientos, capacidad y honestidad y me habían dado responsabilidades sin condicionamientos de afiliación y siempre les respondí con lealtad y eficiencia, pues además siempre tuve opciones, que rechace, en el sector privado.

Desde que llegué a Querétaro me invitaron a participar en los desayunos mensuales de delegados federales, que al poco tiempo y conforme fuimos saliendo de nuestros puestos, se convirtieron en desayunos de ex delegados federales, en los que la gran mayoría de los asistentes son priistas de hueso colorado, pero en ellos lo importante es compartir la amistad y el diálogo, con respeto a las ideas políticas de cada quien. Un destacado ex Delegado de nuestro grupo llegó a Senador y actualmente es el Gobernador de Querétaro.

Conforme la competencia política entre partidos aumenta, resulta más difícil conservarse como apartidista. Los partidos hacen presión para que los gobiernos contraten a personas afiliadas a los partidos que los postularon. Yo no conseguí trabajo en los gobiernos panistas, ni tenía muchas esperanzas de lograrlo si volvía el PRI a la gubernatura, así que en el 2005 investigué sobre el Instituto Electoral de Querétaro, órgano autónomo encargado de organizar los procesos locales para la elección de gobernador cada 6 años y para diputados locales y Ayuntamientos cada tres años y me encontré que sus Consejeros Electorales son 7, que duran 7 años en sus puestos y que a finales del 2010 sería su renovación. Los asuntos electorales siempre fueron de mi interés y pensé que mi experiencia y mi condición de apartidista me darían ventajas comparativas para competir, pues además, ya podría ser mi última oportunidad de ocupar un puesto público, pues para esa fecha mi edad estaría cercana al límite establecido por la ley para ocupar ese cargo. Siempre me ha gustado planear mis actos y tomar con seriedad mis proyectos, de manera que desde aquella fecha tomé la decisión de prepararme para que cuando llegara el momento participara como candidato. Me puse a estudiar la legislación electoral, la historia sobre las diferentes formas de gobierno, la historia democrática de nuestro país con sus avances y retrocesos, participé en distintos grupos y asociaciones ciudadanas interesadas en promover la democracia en nuestro país, asistí a diversos foros sobre esa misma temática, empecé a escribir una columna semanal en un periódico local tratando temas de economía, finanzas y política, muchas de las cuales las dediqué a tratar asuntos electorales tanto nacionales como del Estado de Querétaro y conforme avanzaba el tiempo más me motivaba, al ver todo lo que había pendiente por delante, ante la falta de preparación y consciencia política democrática de los diferentes actores que participan en los procesos, ya sean partidos políticos, candidatos, funcionarios, instituciones y ciudadanos. Posteriormente en alguno de los desayunos le comenté al Gobernador mi intención me felicitó y me ofreció su apoyo, aunque yo sabía que esto estaba en manos de la Legislatura, además conforme se acercaban los tiempos, algunos amigos más enterados en cosas políticas me insistían en que fuera a visitar al Gobernador para solicitar su apoyo, pues de lo contrario resultaría casi imposible alcanzar el puesto; sin embargo, a mí me resultaba absurdo y contradictorio con mi pensamiento y con mis propuestas de fortalecer la autonomía de ese tipo de órganos como el IEQ, de manera que aunque lo vi en uno de los desayunos, en fecha que ya estaba en curso el proceso, decidí no comentarle nada sobre este particular.

Llegó el momento y el 31 de octubre la Legislatura de Querétaro publicó la convocatoria abierta, invitando a los interesados a inscribirse como candidatos, señalando los requisitos a cumplir (residencia, no antecedentes penales, título, conocimientos electorales, no pertenecer a partido político alguno ni ser ministro de culto, edad entre 30 y 70 años y elaborar un ensayo de 10 cuartillas sobre un tema político electoral. Adicionalmente se señaló que la Junta de Concertación Política de la Legislatura (formada por los coordinadores de los 6 partidos con registro en el estado) daría a conocer un calendario de presentación de cada candidato ante dicha Junta, contando cada uno con 40 minutos, para exponer en los primeros diez un resumen del ensayo y dejando los treinta restantes para preguntas y respuestas. No estoy de acuerdo en que sea la Legislatura la que evalúe y apruebe a los Consejeros, pues se presta a que en su designación prevalezcan las cuotas partidistas y los apoyos a candidatos afines a los partidos, demeritando su autonomía e independencia y en los foros previos propuse otras modalidades; sin embargo en este momento, habría que aceptarlo porque está en la ley y si no lo aceptaba podía quedar descalificado.
Me inscribí y entregué los documentos que acreditaban que cumplía con todos los requisitos establecidos, confiado y seguro de mis conocimientos sobre el tema y contando con el apoyo de organizaciones de ciudadanos, pero totalmente consciente de que no contaba con la amistad ni con el apoyo de ninguno de los 25 diputados que forman la Legislatura, ni con el respaldo de partido político alguno, lo que en opinión de la mayoría de mis amigos y familiares, me ponía en franca desventaja, ya que desgraciadamente aún en los llamados órganos autónomos, intervienen los intereses de los partidos para colocar a personas afines a ellos, por lo que los 7 puestos pueden ser repartidos en cuotas partidistas, dejando a un lado la experiencia, conocimientos e independencia que pudieran tener algunos candidatos.

En mi ensayo presenté una panorámica de las distintas formas de gobierno en el mundo y una breve historia de nuestra democracia y al final propuse que una de las primeras tareas del nuevo Consejo del IEQ debería ser la organización de foros abiertos para discutir y recibir propuestas para mejorar nuestra legislación electoral bajo las siguientes premisas básicas: eliminar al factor dinero como el determinante para el acceso a los cargos de elección popular; fortalecer la participación del ciudadano, incrementando su cultura democrática y dándole instrumentos de participación directa; impedir la inequidad derivada de apoyos indebidos de empresarios, funcionarios, iglesias, etc, a candidatos o partidos; privilegiar las plataformas electorales, las propuestas y la rendición de cuentas de los candidatos, en lugar de guerras sucias, como base para que el elector tome sus decisiones; hacer más eficiente el gasto en la democracia, haciendo un análisis integral de costo y funcionalidad, para revisar plazos, prerrogativas, financiamiento público y privado, número de diputados, senadores, regidores; aprovechar la tecnología para simplificar los procesos de votación; dar mayores instrumentos a los órganos electorales para que puedan cumplir su función, sobre todo preventiva, para intervenir a tiempo y evitar prácticas ilegales y para poder fiscalizar a los partidos políticos.

Mientras jugaba tenis en el club a las 10 de la mañana pensaba que estaba cometiendo un gran error. Lo mismo me pasaba cuando tocaba el piano o la guitarra a la una de la tarde o cuando escribía algún relato a las 12 del día. Yo ya tenía mi vida muy bien acomodada para realizar todo lo que me gusta y si por descuido o error La Legislatura me seleccionaba como Consejero Electoral, tendría que cambiar radicalmente mis actividades. Finalmente concluía que el juego hay que jugarlo como venga y que yo en ese juego de todas formas ganaría, ya que si me seleccionaban, sería tal vez mi último reto profesional y lo atendería con responsabilidad y si no resultaba electo, continuaría e intensificaría muchas de las actividades de mi preferencia.

Nos inscribimos 64 candidatos y unos días después la Legislatura informó que diez fueron eliminados sin explicar la causa específica. Se publicó además el calendario para la presentación de los 54 candidatos restantes, por orden alfabético, a lo largo de 5 días, en horario matutino, salvo el segundo día en que me correspondía mi turno y que era en horario vespertino. Asistí como público el primer día para conocer el desarrollo de las presentaciones de los candidatos y no me gustó que iniciaron con sólo 4 de los 6 miembros de la Junta de Concertación Política, o sea que dos partidos no estaban representados. A lo largo de las sesiones durante la mañana, muy pocas veces estuvieron los 6 integrantes, algunos de los cuales entraban o salían del salón, hablaban por el celular, comían de la fruta que les pusieron cerca de sus lugares, con poco respeto hacia el candidato que hacía su mejor esfuerzo para impresionarlos. Mi turno fue el primero del segundo día, a las 16 hrs. Llegué con mucha anticipación, previendo algún problema de tráfico o de estacionamiento y al llegar me avisaron que tuviera calma pues había un retraso de una media hora, ya que había reunión del pleno de la Legislatura pues era el último día para elegir al Presidente de la Junta de Conciliación y Arbitraje. Estuve caminando por los pasillos, platicando con la gente que encontraba para tratar de calmar los nervios naturales de estos eventos. Me sentía como si me fueran a hacer un examen de álgebra seis abogados, ¿Qué podían preguntarme? ¿Cómo sabrían si mis respuestas eran correctas? Ya que en las sesiones que asistí me pude percatar del bajo nivel de conocimientos sobre el tema que tenían los evaluadores. Poco después de las 6 de la tarde fueron llegando los diputados integrantes de la Junta de Concertación Política, los que se veían un tanto cansados y aburridos, pues a lo mejor ni siquiera habían comido, de manera que seguramente habían acordado reducir el tiempo de cada candidato para emparejarse, de manera que a mí me tocó mi exposición de 10 minutos y hubo solo 2 preguntas que con todo y respuesta se llevaron otros diez minutos, por lo que se ahorraron 20 minutos, que yo sentí que me los habían robado, ya que me quedé con las ganas de más participación. Ya no asistí a las siguientes presentaciones ni de ese día ni de los siguientes, aunque algunos amigos que si lo hicieron comentaron que transcurrieron en forma similar. Uno podía pensar lo sencillo que hubiera sido que hubiera una calificación por antecedentes y experiencia, otra por el ensayo, otra por presentación y respuestas y una más por independencia y confiabilidad y que la suma identificaría a los posibles ganadores, pero como nada de eso estaba estipulado, la pregunta seguía siendo ¿Cómo irán a evaluarnos? ¿Ya estará todo decidido de antemano? Yo mantenía una esperanza de que la Legislatura respondiera a su responsabilidad histórica y les diera con la puerta en las narices a los mal pensados, desarrollando un proceso de selección objetivo y seleccionando objetivamente a los mejores candidatos.

Pasaron los días, se acercaba el 30 de noviembre, fecha límite y todo era especulación. El 29 apareció en la página de internet de la Legislatura el citatorio a reunión del pleno (los 25 diputados) para el 30 a las 11 de la mañana y en la orden del día se incluía el punto relativo a la designación de Consejeros Electorales. La reunión empezó después de las 13 hrs sin aparente justificación y sin los 10 diputados de la bancada del PAN que no entraron ante la sospecha, según comentaron, de que habría algo irregular en la posible designación. No se inició el tema con un dictamen de la Junta de Concertación Política como debió haber sido, sino con una lista de 24 candidatos, firmada por los 15 diputados de los 5 partidos restantes (PRI, Panal, Convergencia, Verde y PRD) para de ahí sacar a los 7 propietarios y los 7 suplentes. El coordinador de la bancada del PAN entraba y salía como negociador y no aceptó esa lista y propuso otra lista con 20 candidatos (no se sabe que tantas coincidencias había en las dos listas), que tampoco aceptaron los demás. Durante la tarde hubo varios recesos y aparentemente seguían las negociaciones, en las que el PAN insistía en una candidata que ya era Consejera y quería reelegirse, mientras que los otros 5 partidos no la aceptaban. Se terminaba el día y no había acuerdos, de manera que ante la ausencia de la bancada del PAN, los otros 5 partidos presentaron una propuesta de 7 consejeros propietarios y 7 suplentes y fue aprobada por 15 votos a favor y la abstención del Coordinador de la bancada del PAN ahí presente. Esta aprobación se dio a pesar de que los diputados estaban conscientes de que estaban violando la Constitución del Estado, misma que señala textualmente en su artículo 17 fracción IV: “elegir con el voto de las dos terceras partes de los integrantes de la Legislatura, a los Magistrados del Tribunal Superior de Justicia, al Magistrado del Tribunal de lo Contencioso Administrativo, al Presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, al Presidente de la Comisión de Acceso a la Información Pública, a los Consejeros Electorales del Instituto Electoral de Querétaro, al Titular de la Unidad de Fiscalización y a los demás que determine la ley”. En este texto no se habla de dos terceras partes del quórum o de los asistentes, sino de los integrantes de la Legislatura que son 25 y por tanto se requería el voto favorable de al menos 17 y sin embargo se aprobaron con 15 votos.

Los candidatos propietarios “electos” fueron llegando y en la madrugada del 1 de diciembre les tomaron la protesta de ley. Tal vez en ese momento desconocían la forma en que se había dado su aprobación, pero después lo supieron y lo grave es que lo aceptaron, sabiendo que el proceso era fácilmente impugnable por la razón mencionada y de que su nombramiento era ilegítimo. Algunos amigos me hablaron para decirme que habían oído en el radio mi nombre como consejero suplente y en algunos periódicos también se publicó; sin embargo, ninguna autoridad me lo comunicó y nada aparecía ni en la página de La Legislatura ni en la del IEQ. En los siguientes días se presentaron demandas de 6 candidatos y del PAN, mismas que se encuentran en el Tribunal Federal Electoral para su resolución. La Legislatura debía emitir un Decreto con la aprobación de los Consejeros, explicando sus razones y luego debía enviarse al Ejecutivo ya fuera para que éste lo mandara publicar en el periódico oficial “La Sombra de Arteaga” o bien para que lo vetara y devolviera a La Legislatura. Se acercaba el 15 de diciembre, fecha de toma de posesión de las nuevos Consejeros y no había decreto. Se supo que la Junta de Concertación Política lo pasó a la Comisión de redacción, la que lo rechazó por inconstitucional, saliéndose de sus atribuciones, ya que solo le correspondía opinar sobre la redacción del mismo. El mismo 15 en la tarde llegó el famoso Decreto al IEQ, sin haber pasado por El Ejecutivo, con el cual tomaron posesión los 7 consejeros propietarios y un día después en sesión extraordinaria, votaron para elegir al Presidente y al Secretario del Consejo.

Es una pena que una vez más los diputados no pudieron o no quisieron actuar de acuerdo a su responsabilidad y hayan provocado la crisis de credibilidad en que metieron al Instituto Electoral de Querétaro, al que dejan en situación muy endeble para el manejo de las próximas elecciones en el Estado. No me refiero a los Consejeros electos, a los cuales no tengo el gusto de conocer, y que posiblemente tengan grandes conocimientos, experiencia y virtudes, lástima que en este proceso hayan enseñado el cobre al aceptar, por conveniencia propia, una violación constitucional de la que deben estar conscientes. No me refiero a mi persona, ya que posiblemente haya más de 7 candidatos con igual o mayor merecimiento que yo para ocupar el puesto y sería absurdo calificar un proceso en función de si fui o no electo. Me refiero al conjunto de anomalías y violaciones realizadas por la Legislatura: el proceso le correspondía a la Comisión de Gobernación y puntos electorales y lo manejó, pésimamente, la Junta de Concertación Política; la reunión del pleno dio inicio con más de dos horas de retraso sin justificación y sin que la Junta de Concertación Política presentara un dictamen de su evaluación del proceso de selección que apoyara una propuesta concreta para aprobación; la ausencia de la bancada del PAN en la sesión del pleno, con lo que no hizo frente a su responsabilidad, manteniendo sólo la presencia de su coordinador que fungía como recadero del Presidente de ese partido; la complicidad de las otras cinco bancadas PRI, Panal, Convergencia, Verde y PRD al aprobar fuera de la Constitución a los Consejeros, sabiendo que no alcanzaban los 17 votos establecidos en la mima y que por tanto sería fácilmente impugnable el acuerdo; la actitud de los Consejeros de aceptar el nombramiento, sabiendo que se había hecho en forma ilegítima fuera de la Constitución; el rechazo del Decreto de aprobación de Consejeros por parte de la Comisión de Redacción y estilo, argumentando, sin que les correspondiera hacerlo, que el proceso había sido anticonstitucional y muchas más.

Ahora ¿Cuales son los escenarios? El primero es que el Tribunal Federal Electoral determine, como en la elección de Presidente de la República en 2006, que aunque se reconoce que hubo anomalías, errores y violaciones a la ley, el resultado no se vio afectado y por tanto se ratifican los nombramientos a los Consejeros y se termina el proceso aunque el IEQ quede muy debilitado ante la opinión pública. El segundo y desde mi punto de vista más probable, es que el Tribunal determina que dichas anomalías y sobre todo la violación constitucional fueron graves y que por tanto se invalida el proceso y se ordena se reponga en todas sus partes. En este segundo caso, lo más seguro es que el procedimiento se reponga con los lineamientos que fije el TRIFE, aunque nada garantiza que La Legislatura vuelva a fallar en su función. En lo particular pienso que en el fallo debería incluirse una sanción para los Consejeros nombrados, por haber aceptado un nombramiento, que ellos mejor que nadie, sabían que era ilegal y dicha sanción debería ser el inhabilitarlos para que no puedan volver a participar como candidatos en el nuevo proceso.

En mi caso particular, estoy en espera de la resolución del TRIFE y a partir de ella decidiré lo conducente. Si es favorable a la resolución de La Legislatura, doy por terminado ese ciclo y volveré a mis actividades normales en los campos del deporte, la música y la literatura y si es desfavorable, dependiendo de los términos del fallo, decidiré si me vuelvo a inscribir y repito como masoquista todo el proceso, entonando la famosa canción de Chava Flores “A que le tiras cuando sueñas mexicano”.

FIN Ing. Guillermo Castellanos G.

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