Servicio Civil se aplica,
Para los puestos menores,
Pero todo se complica,
En los puestos superiores,
Casi nadie califica,
Por eso hay fraudes y errores
Llevamos muchos años con el rollo sobre la necesidad de profesionalizar la Administración Pública y para ello, se estableció desde la década de los 90’s, el Servicio Civil de Carrera, como una forma de gestionar los recursos humanos para formar servidores públicos, sin consideraciones políticas de grupo o partido, basada en el mérito, la imparcialidad y la igualdad de oportunidades y cuyo compromiso sea el interés común y la atención de las demandas que la sociedad plantea.
El artículo 123 de la Constitución en su apartado “B” dice que la designación del personal se hará mediante sistemas que permitan apreciar los conocimientos y aptitudes de los aspirantes y que los ascensos de los trabajadores serán por escalafón, y se otorgarán en función de los conocimientos, aptitudes y antigüedad.
Qué bueno sería que el personal secretarial, los intendentes, el personal administrativo y técnico de nivel medio hacia abajo, se fueran profesionalizando con este sistema. Lo preocupante es ¿Qué pasa con el personal técnico y con los funcionarios de nivel superior?, la respuesta es sencilla: no hay requisitos, no hay exámenes ni psicométricos, ni de aptitudes y conocimientos y menos un examen de oposición para que a esos puestos llegaran los más aptos y no sólo los amigos y recomendados.
En nuestro sistema presidencialista, el Presidente tiene la facultad de nombrar a sus colaboradores, sin dar explicación ni solicitar autorización alguna y esto mismo pueden hacer los gobernadores y los secretarios de estado. Siempre se ha hecho, pero ahora, con la alternancia, con las reformas democráticas, con la llegada al poder del partido que más criticó estas prácticas, con la situación tan difícil del país en materia de desempleo, inseguridad y violencia, sorprenden y lastiman a la opinión pública los recientes nombramientos y cambios en el gabinete del Presidente de la República.
Ahora nos enteramos del gran poder que acumuló Patricia Flores como Jefa de la Oficina de la Presidencia (Vicepresidenta), que le permitía intervenir en programas y políticas públicas relacionadas con la salud, la economía, la seguridad, los nombramientos de delegados federales y ¿con qué preparación y experiencia lo hacía?, ¿Quién votó por ella? ¿La mandan como Embajadora a Portugal, para aprovechar su gran experiencia diplomática? y en su lugar regresa Ruiz Mateos que pasó por la Secretaría de Economía sin pena y sin gloria, a quien ahora sustituye Bruno Ferrari, que llega a ese puesto en forma vertiginosa, haciéndole honor al apellido, mostrando sus diplomas de licenciado en derecho canónico y postgrado en Ciencias de la Familia, por lo que ya se escuchan sus plegarias para la creación de empleos. Finalmente en Gobernación nombró a Blake Mora, quien fungía como Secretario de Gobierno en Baja California, con poca trayectoria y a quién se pensaba lo quitarían de su puesto, no por operar en forma indebida en las recientes elecciones en su estado, sino por haber perdido todas las alcaldías y diputaciones locales.
Si se hiciera un estudio serio a nivel federal y en todos los estados, sobre la congruencia entre los puestos de decisión y quienes los ocupan, el resultado sería impactante. ¿Por qué nos sorprende nuestro atraso a pesar de contar con tantos recursos? Porque las personas preparadas y capacitadas que podrían ocupar esos puestos si se hicieran concursos de oposición, no tienen oportunidad, si no cuentan con una buena palanca. Somos ricos pero mal administrados y saqueados.
miércoles, 21 de julio de 2010
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