Al ver nuestra ingeniería,
Me dan ganas de llorar,
Igual que la economía,
Hoy no puede despegar,
En la UAQ en este día,
De eso y más vamos a hablar.
Hoy 30 de abril, presentaré en el Auditorio de la Facultad de Ingeniería de la UAQ una semblanza de la ingeniería en el marco de los centenarios y bicentenarios.
Acepté la invitación, para aprovechar estas fechas, no para festejar sino para recordar la historia y replantear los pendientes, que son muchos. Nuestra ingeniería por ejemplo, está hoy en situación similar a la que tuvo durante la dictadura porfirista, en la que todas las obras importantes se otorgaban en concesión a empresas extranjeras, pero ahora con el agravante de que nuestra ingeniería ya había alcanzado alto nivel de desarrollo, competitividad e independencia tecnológica.
En la época de la Colonia, las obras prioritarias eran las que les facilitaran la sobre explotación y el saqueo del oro y la plata de nuestras minas. En el México independiente y con el apogeo de los ferrocarriles, Santana, Juárez y Lerdo de Tejada construyeron los primeros tramos, luego, Díaz quería seguir la tendencia de apoyar a empresas mexicanas, pero no aguantó la presión de grupos norteamericanos y les concesionó las líneas México-Cd Juárez y México-Nuevo Laredo y luego muchas más, la gran mayoría hacia fronteras y puertos para favorecer la exportación de materias primas y la importación de productos terminados, igual que en La Colonia.
Luego vino la Revolución y su espíritu nacionalista. En 1910 la Real y Pontificia Universidad de México (1553) se transformó en Universidad Nacional y absorbió a la Escuela de Ingenieros y logró su autonomía en 1933. Se crearon la Comisión Nacional de Caminos y la Comisión Nacional de Irrigación, la CFE, se expropiaron los ferrocarriles y la industria petrolera y los ingenieros mexicanos alcanzaron gran experiencia. Empresas norteamericanas hicieron las 3 primeras grandes presas, con participación relevante de ingenieros mexicanos, por lo que para las siguientes ya sólo se conservó a algunos asesores extranjeros hasta que se logró total autonomía.
Después de la segunda guerra mundial y bajo el modelo de economía mixta, el control de las obras públicas y su financiamiento lo mantuvo el gobierno, pero la ejecución correspondió a pequeñas, medianas y grandes empresas de capital privado y social, las que recibían anticipos y pagos por avances de obra. Se construyeron caminos con criterio de integración nacional, escuelas, hospitales, vialidades urbanas, autopistas, aeropuertos y puertos, se electrificó la mayor parte del país, se construyeron refinerías y plantas petroquímicas para darle valor agregado al crudo y disponer de gasolina, fertilizantes y otros productos necesarios. Nuestra industria de la construcción alcanzó reconocimiento e incluso participaba y ganaba concursos internacionales de obra.
A mediados de los 80’s y con la entrada a la globalización, dentro de muchas medidas que han sido nefastas, se modificó el criterio de asignación de grandes contratos de obra, sustituyendo calidad y precio por disponibilidad de recursos. Quien ganara no recibiría ni anticipo ni pago de avances de obra, sino el pago hasta que ya estuviera operando. Más del 80% de los contratos están en manos de empresas extranjeras.
Ahora el país exporta petróleo crudo (bien no renovable) e importa gasolinas, productos petroquímicos y alimentos, generando riqueza y empleo en otros países y no aquí. Las grandes obras son para los extranjeros y mientras nuestras empresas cierran y nuestros ingenieros están sin empleo. Los egresados de universidades, sobre todo de las públicas, debemos luchar por una ingeniería nacionalista, eficiente y competitiva, que sea pilar de un desarrollo sostenido, sustentable y con justicia social.
jueves, 29 de abril de 2010
Mil conferencias: Una Historia que Contar
ISSSTE
Ing. Guillermo Castellanos G. Abril de 2010
Pues bien, este es un relato de un hecho que pudo suceder o no, lo importante es que menciona datos reales y puede resultar ilustrativo de la situación actual de nuestro país.
Todo comenzó el 4 de enero pasado. Asistí a una reunión abierta en la que el Comité de Festejos del Centenario de la Revolución y del Bicentenario de la Independencia, daría a conocer su programa, que incluía bailables, conciertos, conferencias, exhibición de películas, obras de teatro y muchas cosas más.
Estaba lleno, recordemos que el mexicano es fiestero por naturaleza, no importa el motivo, lo importante es la pachanga. No hay chamba, subieron los combustibles, aumenta la violencia, corrupciones, al cabo que aquí no pasa nada, no hay culpables, mientras tengamos telenovelas y vayamos al mundial del futbol. ¡Viva México!
Después de la presentación vinieron las felicitaciones y antes de que se diera por terminado el evento, pedí la palabra y dije: “no estoy en contra de las actividades anunciadas, yo también soy pachanguero; sin embargo pienso que no tenemos mucho qué festejar. Mucha gente murió para darnos independencia, para eliminar pobreza, desigualdades, privilegios, en suma para que viviéramos mejor, y yo veo al país con pobreza creciente, una industria desmantelada, una educación de escasa calidad, con nuestra fuente de hidrocarburos en declive, con una creciente dependencia en alimentos, gasolinas y tecnología y con muchos conciudadanos que han tenido que emigrar hacia Estados Unidos buscando oportunidades de trabajo.
El Presidente del Comité me interrumpió diciendo que ese no era el tema y que el tiempo había concluido; sin embargo, algunos asistentes pidieron que me dejaran continuar y el clamor se generalizó. Me volvieron a dar la palabra pidiéndome concreción.
Retomé la palabra. Pienso que debemos aprovechar estas fechas no para festejar sino para rememorar, o sea, para volver a traer a la memoria la situación prevaleciente de injusticia que dio lugar a estas luchas. Lo importante es analizar los logros y las tareas pendientes que son muchas, para no vanagloriarnos con lo alcanzado, sino preocuparnos y ocuparnos con lo pendiente.
El Presidente señaló que eran evidentes los avances y los beneficios de esas guerras. En nuestras ciudades se ve progreso, grandes obras, exportamos mucho petróleo, tenemos democracia.
Le dije que me preocupaba que nos dejábamos llevar por la reacción, la improvisación, la ignorancia, el corto plazo, la corrupción y la incertidumbre, se gasta en lo superfluo y se desatiende lo necesario. Tenemos rezagos, desesperanza, desencanto y violencia.
El Presidente volvió a interrumpir diciendo que tenía un punto de vista muy pesimista y que mejor se daba por concluida la reunión.
La gente volvió a protestar y a exigir que me permitieran seguir, así que al Presidente no le quedó otra alternativa.
Voy a tratar de concentrarme en lo que ha pasado con mi profesión: la ingeniería y la industria de la construcción. A pesar de haber alcanzado hace unos años gran desarrollo, prestigio y reconocimiento internacional, ahora esta devastada, han cerrado muchas empresas, muchos ingenieros están desempleados, mientras que las empresas extranjeras son las que construyen muchas de nuestras obras.
En la época de la Colonia, construir obras que beneficiaran al pueblo no era prioridad, lo importante era construir aquellas obras que facilitaran la sobre explotación y el saqueo del oro y la plata de nuestras minas para trasportarlos a los puertos y exportarlos hacia Europa. También construyeron bellas ciudades, cerca de esas minas, para que ahí vivieran los españoles y pudieran atender sus negocios. Como preludio de la independencia, se crearon la Real Academia de Minería y la Academia de Artes de San Carlos y España envió a personajes ilustrados. Los criollos se beneficiaron con lo más avanzado del pensamiento mundial y se convirtieron en promotores del movimiento independentista y empezó la formación de profesionistas nacionales.
El Presidente interrumpió preguntándome mi opinión sobre la mundialmente reconocida red de ferrocarriles construida por Díaz.
En el México independiente vino el apogeo de los ferrocarriles en Europa, así que desde Santana, Juárez y Lerdo de Tejada construyeron los primeros tramos. En la primera etapa de Díaz trató de seguir la tendencia de apoyar a empresas mexicanas, pero no aguantó la presión de grupos norteamericanos y les dio la concesión de dos importantes líneas que fueron México-Cd Juárez y México-Nuevo Laredo. En total construyó cerca de 20,000 Km de líneas, la gran mayoría hacia fronteras y puertos para favorecer la exportación de materias primas y la importación de productos terminados, igual que en La Colonia. Aunque trabajaron algunos ingenieros mexicanos en estas líneas, no se les dio la oportunidad de la responsabilidad y todas las obras se siguieron concesionando a empresas extranjeras.
Después de la Revolución vino un espíritu nacionalista que se reflejó en muchas cosas, incluyendo el arte y la pintura. En 1910 la Real y Pontificia Universidad de México creada en 1553 se transformó en Universidad Nacional en 1910 y absorbió a la Escuela de Ingenieros y después del movimiento estudiantil de 1929, logró su autonomía en 1933 y luego, en 1936, se fundó el Instituto Politécnico Nacional.
En ese período se creó la Comisión Nacional de Caminos y la Comisión Nacional de Irrigación, entidades donde los ingenieros mexicanos alcanzaron gran experiencia construyendo todo tipo de caminos, obras de riego para mejorar la producción en el campo y obras de suministro de agua a las ciudades. También se creó la CFE, se expropiaron los ferrocarriles y en 1938 vino la expropiación petrolera, todo lo cual representó un gran reto para nuestra ingeniería, mismo que superó con éxito, al avanzar en la electrificación del país, en la construcción de más líneas ferroviarias y en hacer producir a PEMEX como pilar del desarrollo industrial incipiente en el país. Todos los ingenieros mexicanos eran empleados de las dependencias y empresas del gobierno y al recorrer el país se volvieron en agentes de cambio pues lograron sensibilizarse de las grandes necesidades del país. A diferencia de lo que se hizo con los ferrocarriles, en ésta época las 3 primeras grandes presas, Presidente Calles en Aguascalientes, Don Martín en Coahuila y Abelardo Rodríguez en Baja California fueron hechas por empresas norteamericanas, con participación relevante de ingenieros mexicanos, por lo que para las siguientes ya sólo se conservó a algunos asesores extranjeros hasta que se logró total autonomía.
Después de la segunda guerra mundial, el país entró en un modelo de economía mixta, donde el gobierno mantuvo el control de las actividades prioritarias y propició que empresas de capital privado y social se encargaran de las restantes. En el caso de la obra pública se crearon empresas constructoras pequeñas, medianas y grandes, que se encargaron de la ejecución de las obras, manteniendo el gobierno el control de la planeación, supervisión y pago de las mismas de acuerdo a los avances de obra. Se construyeron escuelas, hospitales, vialidades urbanas, carreteras incluyendo autopistas, aeropuertos y puertos, se electrificó la mayor parte del país, se construyeron refinerías y plantas petroquímicas para darle valor agregado al crudo y disponer de las gasolinas, fertilizantes y otros productos que necesitábamos. Nuestra industria de la construcción alcanzó niveles de competitividad e incluso participaba y ganaba concursos internacionales de obra.
El Comité ya se había metido al tema y el Presidente me preguntó francamente interesado que qué es lo que había pasado después.
El país tenía crisis recurrentes por excesivo endeudamiento y por el proteccionismo mal aplicado al desarrollo agrícola e industrial y sin consultarnos nos metieron a la globalización a partir de mediados de los 80’s. El gobierno debía salirse de todas las actividades productivas, ya que todas deberían atenderse por empresas privadas, bajo el argumento de que nada se debía planear, ya que el “libre mercado” todo lo acomodaba. Teníamos que abrir fronteras, eliminar aranceles y propiciar la inversión extranjera.
Se cerraron muchas empresas públicas, muchas más se malbarataron y otras se concesionaron a empresas extranjeras como los ferrocarriles y la mayoría de los bancos. Algunos inversionistas mexicanos que se beneficiaron con la privatización como el caso de Telmex y Televisión azteca, han contado con situación de privilegio y sus dueños han entrado a las listas de los más ricos del mundo.
En materia de obra pública el cambio fue catastrófico para la ingeniería y las empresas. El gobierno, argumentando que no tenía dinero cambió los esquemas de licitación de las obras cambiando los criterios de precio y calidad por el de capacidad de financiamiento, o sea que el gobierno dejó de pagar estimaciones conforme a los avances de obra y señaló que la empresa que ganara debía cubrir todos los costos y se le pagaría hasta que ya estuviera en operación, con lo cual las únicas empresas que podían participar eran extranjeras con respaldo de capital de sus países de origen y poco a poco se han ido adueñando del mercado, sobre todo en el campo energético donde los proyectos son de costos muy elevados inaccesibles para las empresas mexicanas, que estaban descapitalizadas y sin apoyo del sistema financiero. En la actualidad más del 80% de los montos contratados por el gobierno son con empresas extranjeras, las que algunas veces otorgan subcontratos o destajos a empresas mexicanas, a precios muy por debajo de los contratados, o sea que recogen las migajas.
Como ven señores del Comité y distinguidos asistentes, el país sigue exportando materias primas como el petróleo crudo e importa gasolinas y productos petroquímicos, generando riqueza y empleo en donde se procesa, no aquí, tenemos una educación de escasa calidad, tenemos alto nivel de desigualdad y de desempleo, hay un pequeño grupo de privilegiados que acumula el capital y casi no paga impuestos, mientras que la mayoría sobrevive con sueldos de hambre o en la economía informal creciente, gastamos mucho para simular que tenemos democracia y la gente no cuenta para las decisiones.
El Presidente me preguntó ¿Usted propone una nueva Revolución?
Yo creo que debemos conmemorar nuestras gestas levantándonos en armas, luchando para rescatar nuestra independencia mancillada por los dogmas de la globalidad, pero lo debemos hacer con las armas del talento, de la inteligencia y de la razón, con las armas del conocimiento, de la ética, de la democracia. Con el arsenal que nos ha dotado la universidad pública. Luchemos por una ingeniería nacionalista, eficiente y competitiva y hagamos una gran cruzada ciudadana por la participación de los que saben, que son muchos, en la atención y solución de los grandes asuntos nacionales, con visión de largo plazo y no con el horizonte del 2012. Entregué al Presidente copia de mi documento con propuestas, agradecí y me despedí.
FIN
Ing. Guillermo Castellanos G. Abril de 2010
Pues bien, este es un relato de un hecho que pudo suceder o no, lo importante es que menciona datos reales y puede resultar ilustrativo de la situación actual de nuestro país.
Todo comenzó el 4 de enero pasado. Asistí a una reunión abierta en la que el Comité de Festejos del Centenario de la Revolución y del Bicentenario de la Independencia, daría a conocer su programa, que incluía bailables, conciertos, conferencias, exhibición de películas, obras de teatro y muchas cosas más.
Estaba lleno, recordemos que el mexicano es fiestero por naturaleza, no importa el motivo, lo importante es la pachanga. No hay chamba, subieron los combustibles, aumenta la violencia, corrupciones, al cabo que aquí no pasa nada, no hay culpables, mientras tengamos telenovelas y vayamos al mundial del futbol. ¡Viva México!
Después de la presentación vinieron las felicitaciones y antes de que se diera por terminado el evento, pedí la palabra y dije: “no estoy en contra de las actividades anunciadas, yo también soy pachanguero; sin embargo pienso que no tenemos mucho qué festejar. Mucha gente murió para darnos independencia, para eliminar pobreza, desigualdades, privilegios, en suma para que viviéramos mejor, y yo veo al país con pobreza creciente, una industria desmantelada, una educación de escasa calidad, con nuestra fuente de hidrocarburos en declive, con una creciente dependencia en alimentos, gasolinas y tecnología y con muchos conciudadanos que han tenido que emigrar hacia Estados Unidos buscando oportunidades de trabajo.
El Presidente del Comité me interrumpió diciendo que ese no era el tema y que el tiempo había concluido; sin embargo, algunos asistentes pidieron que me dejaran continuar y el clamor se generalizó. Me volvieron a dar la palabra pidiéndome concreción.
Retomé la palabra. Pienso que debemos aprovechar estas fechas no para festejar sino para rememorar, o sea, para volver a traer a la memoria la situación prevaleciente de injusticia que dio lugar a estas luchas. Lo importante es analizar los logros y las tareas pendientes que son muchas, para no vanagloriarnos con lo alcanzado, sino preocuparnos y ocuparnos con lo pendiente.
El Presidente señaló que eran evidentes los avances y los beneficios de esas guerras. En nuestras ciudades se ve progreso, grandes obras, exportamos mucho petróleo, tenemos democracia.
Le dije que me preocupaba que nos dejábamos llevar por la reacción, la improvisación, la ignorancia, el corto plazo, la corrupción y la incertidumbre, se gasta en lo superfluo y se desatiende lo necesario. Tenemos rezagos, desesperanza, desencanto y violencia.
El Presidente volvió a interrumpir diciendo que tenía un punto de vista muy pesimista y que mejor se daba por concluida la reunión.
La gente volvió a protestar y a exigir que me permitieran seguir, así que al Presidente no le quedó otra alternativa.
Voy a tratar de concentrarme en lo que ha pasado con mi profesión: la ingeniería y la industria de la construcción. A pesar de haber alcanzado hace unos años gran desarrollo, prestigio y reconocimiento internacional, ahora esta devastada, han cerrado muchas empresas, muchos ingenieros están desempleados, mientras que las empresas extranjeras son las que construyen muchas de nuestras obras.
En la época de la Colonia, construir obras que beneficiaran al pueblo no era prioridad, lo importante era construir aquellas obras que facilitaran la sobre explotación y el saqueo del oro y la plata de nuestras minas para trasportarlos a los puertos y exportarlos hacia Europa. También construyeron bellas ciudades, cerca de esas minas, para que ahí vivieran los españoles y pudieran atender sus negocios. Como preludio de la independencia, se crearon la Real Academia de Minería y la Academia de Artes de San Carlos y España envió a personajes ilustrados. Los criollos se beneficiaron con lo más avanzado del pensamiento mundial y se convirtieron en promotores del movimiento independentista y empezó la formación de profesionistas nacionales.
El Presidente interrumpió preguntándome mi opinión sobre la mundialmente reconocida red de ferrocarriles construida por Díaz.
En el México independiente vino el apogeo de los ferrocarriles en Europa, así que desde Santana, Juárez y Lerdo de Tejada construyeron los primeros tramos. En la primera etapa de Díaz trató de seguir la tendencia de apoyar a empresas mexicanas, pero no aguantó la presión de grupos norteamericanos y les dio la concesión de dos importantes líneas que fueron México-Cd Juárez y México-Nuevo Laredo. En total construyó cerca de 20,000 Km de líneas, la gran mayoría hacia fronteras y puertos para favorecer la exportación de materias primas y la importación de productos terminados, igual que en La Colonia. Aunque trabajaron algunos ingenieros mexicanos en estas líneas, no se les dio la oportunidad de la responsabilidad y todas las obras se siguieron concesionando a empresas extranjeras.
Después de la Revolución vino un espíritu nacionalista que se reflejó en muchas cosas, incluyendo el arte y la pintura. En 1910 la Real y Pontificia Universidad de México creada en 1553 se transformó en Universidad Nacional en 1910 y absorbió a la Escuela de Ingenieros y después del movimiento estudiantil de 1929, logró su autonomía en 1933 y luego, en 1936, se fundó el Instituto Politécnico Nacional.
En ese período se creó la Comisión Nacional de Caminos y la Comisión Nacional de Irrigación, entidades donde los ingenieros mexicanos alcanzaron gran experiencia construyendo todo tipo de caminos, obras de riego para mejorar la producción en el campo y obras de suministro de agua a las ciudades. También se creó la CFE, se expropiaron los ferrocarriles y en 1938 vino la expropiación petrolera, todo lo cual representó un gran reto para nuestra ingeniería, mismo que superó con éxito, al avanzar en la electrificación del país, en la construcción de más líneas ferroviarias y en hacer producir a PEMEX como pilar del desarrollo industrial incipiente en el país. Todos los ingenieros mexicanos eran empleados de las dependencias y empresas del gobierno y al recorrer el país se volvieron en agentes de cambio pues lograron sensibilizarse de las grandes necesidades del país. A diferencia de lo que se hizo con los ferrocarriles, en ésta época las 3 primeras grandes presas, Presidente Calles en Aguascalientes, Don Martín en Coahuila y Abelardo Rodríguez en Baja California fueron hechas por empresas norteamericanas, con participación relevante de ingenieros mexicanos, por lo que para las siguientes ya sólo se conservó a algunos asesores extranjeros hasta que se logró total autonomía.
Después de la segunda guerra mundial, el país entró en un modelo de economía mixta, donde el gobierno mantuvo el control de las actividades prioritarias y propició que empresas de capital privado y social se encargaran de las restantes. En el caso de la obra pública se crearon empresas constructoras pequeñas, medianas y grandes, que se encargaron de la ejecución de las obras, manteniendo el gobierno el control de la planeación, supervisión y pago de las mismas de acuerdo a los avances de obra. Se construyeron escuelas, hospitales, vialidades urbanas, carreteras incluyendo autopistas, aeropuertos y puertos, se electrificó la mayor parte del país, se construyeron refinerías y plantas petroquímicas para darle valor agregado al crudo y disponer de las gasolinas, fertilizantes y otros productos que necesitábamos. Nuestra industria de la construcción alcanzó niveles de competitividad e incluso participaba y ganaba concursos internacionales de obra.
El Comité ya se había metido al tema y el Presidente me preguntó francamente interesado que qué es lo que había pasado después.
El país tenía crisis recurrentes por excesivo endeudamiento y por el proteccionismo mal aplicado al desarrollo agrícola e industrial y sin consultarnos nos metieron a la globalización a partir de mediados de los 80’s. El gobierno debía salirse de todas las actividades productivas, ya que todas deberían atenderse por empresas privadas, bajo el argumento de que nada se debía planear, ya que el “libre mercado” todo lo acomodaba. Teníamos que abrir fronteras, eliminar aranceles y propiciar la inversión extranjera.
Se cerraron muchas empresas públicas, muchas más se malbarataron y otras se concesionaron a empresas extranjeras como los ferrocarriles y la mayoría de los bancos. Algunos inversionistas mexicanos que se beneficiaron con la privatización como el caso de Telmex y Televisión azteca, han contado con situación de privilegio y sus dueños han entrado a las listas de los más ricos del mundo.
En materia de obra pública el cambio fue catastrófico para la ingeniería y las empresas. El gobierno, argumentando que no tenía dinero cambió los esquemas de licitación de las obras cambiando los criterios de precio y calidad por el de capacidad de financiamiento, o sea que el gobierno dejó de pagar estimaciones conforme a los avances de obra y señaló que la empresa que ganara debía cubrir todos los costos y se le pagaría hasta que ya estuviera en operación, con lo cual las únicas empresas que podían participar eran extranjeras con respaldo de capital de sus países de origen y poco a poco se han ido adueñando del mercado, sobre todo en el campo energético donde los proyectos son de costos muy elevados inaccesibles para las empresas mexicanas, que estaban descapitalizadas y sin apoyo del sistema financiero. En la actualidad más del 80% de los montos contratados por el gobierno son con empresas extranjeras, las que algunas veces otorgan subcontratos o destajos a empresas mexicanas, a precios muy por debajo de los contratados, o sea que recogen las migajas.
Como ven señores del Comité y distinguidos asistentes, el país sigue exportando materias primas como el petróleo crudo e importa gasolinas y productos petroquímicos, generando riqueza y empleo en donde se procesa, no aquí, tenemos una educación de escasa calidad, tenemos alto nivel de desigualdad y de desempleo, hay un pequeño grupo de privilegiados que acumula el capital y casi no paga impuestos, mientras que la mayoría sobrevive con sueldos de hambre o en la economía informal creciente, gastamos mucho para simular que tenemos democracia y la gente no cuenta para las decisiones.
El Presidente me preguntó ¿Usted propone una nueva Revolución?
Yo creo que debemos conmemorar nuestras gestas levantándonos en armas, luchando para rescatar nuestra independencia mancillada por los dogmas de la globalidad, pero lo debemos hacer con las armas del talento, de la inteligencia y de la razón, con las armas del conocimiento, de la ética, de la democracia. Con el arsenal que nos ha dotado la universidad pública. Luchemos por una ingeniería nacionalista, eficiente y competitiva y hagamos una gran cruzada ciudadana por la participación de los que saben, que son muchos, en la atención y solución de los grandes asuntos nacionales, con visión de largo plazo y no con el horizonte del 2012. Entregué al Presidente copia de mi documento con propuestas, agradecí y me despedí.
FIN
miércoles, 21 de abril de 2010
¿EL TRABAJO ENALTECE?
Poca chamba y mal pagada,
Cambios a lo laboral,
Para el obrero no hay nada,
Apoyo a lo patronal,
Mucha propuesta olvidada,
Se hace legal lo ilegal.
Desde hace más de 25 años en que nuestros gobernantes nos impusieron, sin consulta alguna, el modelo neoliberal vigente, con el ofrecimiento de que el país ingresaría al primer mundo, se crearían muchos empleos, nos volveríamos altamente competitivos y muchas otras linduras más, la realidad es diferente. Hay pobreza, desempleo, educación de escasa calidad, fuente de hidrocarburos sobre explotada y en declive, creciente dependencia en alimentos, gasolinas y tecnología y muchos campesinos que emigran hacia el norte. Nada hay que planear que “el mercado todo lo arregla” y nos hemos dejado llevar por la reacción, la improvisación, la ignorancia, el corto plazo, la corrupción y la incertidumbre, gastando en lo superfluo y desatendiendo lo necesario, provocando rezagos, desesperanza, desencanto y violencia.
El gobierno insiste en sus reformas estructurales, como queriendo profundizar las desigualdades existentes. La “libre competencia”, ha provocado que nuestro país, con una producción basada en maquila de exportación, que importa la mayor parte de los insumos, exporta casi pura mano de obra, cada día más competitiva por barata. Al gobierno le urge una Reforma Laboral a modo. Envió su propuesta al Congreso el pasado 18 de marzo, aparentemente sin tomar en cuenta las propuestas de especialistas, de la academia, de la sociedad civil y de la experiencia internacional.
Se propone que los salarios caídos en los juicios laborales se reduzcan a 6 meses, cuando la mayoría de estos se llevan mucho más tiempo. ¿A quién se le ocurrirá demandar?; la contratación y el pago de salarios podrá ser por horas, sin importar la estabilidad ni las prestaciones complementarias. Son acciones ya contempladas en otros países, pero donde existe seguro de desempleo, contratación colectiva por rama de actividad, protección universal a la salud y retiro, tribunales imparciales y eficientes, sanciones a violaciones empresariales. ¿Igualito que aquí?
Cada año egresan 250,000 universitarios y según la Asociación de Universidades (ANUIES), el mercado sólo absorbe el 40%, del cual sólo el 30% labora en asuntos relacionados con sus estudios. La iniciativa propone que las empresas contraten jóvenes para capacitarlos y dotarlos de experiencia y si después de cierto tiempo cumplen con las expectativas, la empresa debe brindarles un mejor puesto con un salario más alto en actividades relacionadas con su carrera, así como un empleo más estable y mejor remunerado. Suena bien, pero muchos patrones podrán explotar a jóvenes y los despedirán antes de su contratación formal.
En la actualidad, muchas empresas poderosas, actúan fuera de la ley en materia laboral y se atreven a decir que dentro de sus políticas no está la liquidación del personal despedido y las juntas de conciliación recomiendan a los trabajadores no irse a pleito y aceptar cualquier finiquito.
La gran riqueza de un país es su gente, principalmente sus jóvenes. El país debería invertir en ellos, en lugar de seguir aferrado a este modelo que los tiene en el desencanto. Los políticos hablan de la importancia de la familia, el deporte, la recreación, pero las condiciones de trabajo modernas, tienen a la mayoría sin poder atender nada de eso. La reforma presentada, cuya discusión se difirió para el próximo período, sólo tiene, aparentemente, la intención de legalizar lo que ya muchas empresas hacen fuera de la ley, desaprovechando la oportunidad de escuchar y tomar en cuenta a los expertos, para modernizar el marco laboral en beneficio de todos.
Cambios a lo laboral,
Para el obrero no hay nada,
Apoyo a lo patronal,
Mucha propuesta olvidada,
Se hace legal lo ilegal.
Desde hace más de 25 años en que nuestros gobernantes nos impusieron, sin consulta alguna, el modelo neoliberal vigente, con el ofrecimiento de que el país ingresaría al primer mundo, se crearían muchos empleos, nos volveríamos altamente competitivos y muchas otras linduras más, la realidad es diferente. Hay pobreza, desempleo, educación de escasa calidad, fuente de hidrocarburos sobre explotada y en declive, creciente dependencia en alimentos, gasolinas y tecnología y muchos campesinos que emigran hacia el norte. Nada hay que planear que “el mercado todo lo arregla” y nos hemos dejado llevar por la reacción, la improvisación, la ignorancia, el corto plazo, la corrupción y la incertidumbre, gastando en lo superfluo y desatendiendo lo necesario, provocando rezagos, desesperanza, desencanto y violencia.
El gobierno insiste en sus reformas estructurales, como queriendo profundizar las desigualdades existentes. La “libre competencia”, ha provocado que nuestro país, con una producción basada en maquila de exportación, que importa la mayor parte de los insumos, exporta casi pura mano de obra, cada día más competitiva por barata. Al gobierno le urge una Reforma Laboral a modo. Envió su propuesta al Congreso el pasado 18 de marzo, aparentemente sin tomar en cuenta las propuestas de especialistas, de la academia, de la sociedad civil y de la experiencia internacional.
Se propone que los salarios caídos en los juicios laborales se reduzcan a 6 meses, cuando la mayoría de estos se llevan mucho más tiempo. ¿A quién se le ocurrirá demandar?; la contratación y el pago de salarios podrá ser por horas, sin importar la estabilidad ni las prestaciones complementarias. Son acciones ya contempladas en otros países, pero donde existe seguro de desempleo, contratación colectiva por rama de actividad, protección universal a la salud y retiro, tribunales imparciales y eficientes, sanciones a violaciones empresariales. ¿Igualito que aquí?
Cada año egresan 250,000 universitarios y según la Asociación de Universidades (ANUIES), el mercado sólo absorbe el 40%, del cual sólo el 30% labora en asuntos relacionados con sus estudios. La iniciativa propone que las empresas contraten jóvenes para capacitarlos y dotarlos de experiencia y si después de cierto tiempo cumplen con las expectativas, la empresa debe brindarles un mejor puesto con un salario más alto en actividades relacionadas con su carrera, así como un empleo más estable y mejor remunerado. Suena bien, pero muchos patrones podrán explotar a jóvenes y los despedirán antes de su contratación formal.
En la actualidad, muchas empresas poderosas, actúan fuera de la ley en materia laboral y se atreven a decir que dentro de sus políticas no está la liquidación del personal despedido y las juntas de conciliación recomiendan a los trabajadores no irse a pleito y aceptar cualquier finiquito.
La gran riqueza de un país es su gente, principalmente sus jóvenes. El país debería invertir en ellos, en lugar de seguir aferrado a este modelo que los tiene en el desencanto. Los políticos hablan de la importancia de la familia, el deporte, la recreación, pero las condiciones de trabajo modernas, tienen a la mayoría sin poder atender nada de eso. La reforma presentada, cuya discusión se difirió para el próximo período, sólo tiene, aparentemente, la intención de legalizar lo que ya muchas empresas hacen fuera de la ley, desaprovechando la oportunidad de escuchar y tomar en cuenta a los expertos, para modernizar el marco laboral en beneficio de todos.
miércoles, 14 de abril de 2010
MAXIMATOS MODERNOS
El Maximato existió,
Y sigue estando presente,
Sólo que ahora cambió,
Ya no lo hace el Presidente,
La lana y quién lo apoyó,
Hace al poder dependiente.
En política frecuentemente se habla de “Maximato” para señalar la influencia del Gobernante saliente sobre el entrante, en la función y en las decisiones que ya sólo a él conciernen. El término se deriva del periodo histórico y político de nuestro país, que va de 1928 a 1934 y debe su nombre a Plutarco Elías Calles, conocido como El Jefe Máximo de la Revolución, ya que aunque sólo fue presidente de 1924 a 1928, durante los seis años siguientes, los tres presidentes que lo sucedieron: Emilio Portes Gil (1929-1930), Pascual Ortiz Rubio (1930-1932) y Abelardo L. Rodríguez (1932-1934) se mantuvieron subordinados, en menor o mayor medida, a los intereses y políticas del ex presidente. Esta influencia la quiso continuar en el mandato del General Lázaro Cárdenas, pero éste se la sacudió meses después y lo expulsó del país en 1936.
El Maximato surgió en un momento de gran agitación social y política, después de la dictadura y del movimiento armado. Se inició con el magnicidio de Obregón, quién modificó la Constitución para volver a ocupar la Presidencia, siendo que ya había sido Presidente de 1920 a 1924. A su muerte, el poder recayó en forma natural en él, quien decidió ejercerlo indirectamente, detrás de gobernantes débiles.
El “maximato” se ha mantenido a lo largo de nuestra historia pero con muchas variantes. Es claro que cada gobernante, siempre trata de imponer sucesor, y mueve sus hilos para lograrlo. Argumenta que su proyecto político debe tener continuidad, cuando en la mayoría de los casos lo que busca es mantener su influencia conservando poder y sobre todo, garantizar protección ante posibles ataques, justificados o no, de contrincantes políticos.
Los grupos privados y los grupos sociales no han sido ajenos al “maximato”. Desde hace muchos años se acostumbra que los empresarios apoyen con recursos las campañas de los candidatos, para después obtener contratos y recuperar con creces sus inversiones. Grupos sociales, como sindicatos de trabajadores u organizaciones de campesinos, dan también su apoyo a cambio de prerrogativas y privilegios, que generalmente son acaparadas por los líderes. Estos grupos no formaban parte del poder público, aunque muchas veces fueran utilizados para fines políticos.
Hace pocos años, después de las reformas políticas que han permitido una mayor competencia entre partidos, el “maximato” ha adquirido nuevas dimensiones. Los candidatos tienen que hacer alianzas, pactos, compromisos, no todos ellos transparentes, para tratar de obtener el poder, de manera que los que lo logran, quedan maniatados para actuar, pues casi para donde se quieran mover hay alguien que brinca y protesta, sea sindicato de maestros, sean televisoras o medios de comunicación, sean transportistas, sean banqueros, sean empresarios o políticos poderosos tanto del partido ganador como de los opositores. Todos quieren influir, colocan gente en puestos claves, protestan ante cualquier posible medida en su contra y se deslindan de cualquier responsabilidad política. Los gobiernos no hacen lo que se necesita, sino lo poco que no afecte intereses y sus equipos de trabajo están plagados de recomendados, que entorpecen la marcha de la administración.
El General Cárdenas tardó 6 meses en sacudirse la influencia para poder actuar con mayor libertad. Hay otros a los que ya se les pasó el tiempo para quitársela y unos más, aún están en buen tiempo para hacerlo, ya que no deben olvidar que para la historia ellos son los únicos responsables de lo que suceda o deje de suceder.
Y sigue estando presente,
Sólo que ahora cambió,
Ya no lo hace el Presidente,
La lana y quién lo apoyó,
Hace al poder dependiente.
En política frecuentemente se habla de “Maximato” para señalar la influencia del Gobernante saliente sobre el entrante, en la función y en las decisiones que ya sólo a él conciernen. El término se deriva del periodo histórico y político de nuestro país, que va de 1928 a 1934 y debe su nombre a Plutarco Elías Calles, conocido como El Jefe Máximo de la Revolución, ya que aunque sólo fue presidente de 1924 a 1928, durante los seis años siguientes, los tres presidentes que lo sucedieron: Emilio Portes Gil (1929-1930), Pascual Ortiz Rubio (1930-1932) y Abelardo L. Rodríguez (1932-1934) se mantuvieron subordinados, en menor o mayor medida, a los intereses y políticas del ex presidente. Esta influencia la quiso continuar en el mandato del General Lázaro Cárdenas, pero éste se la sacudió meses después y lo expulsó del país en 1936.
El Maximato surgió en un momento de gran agitación social y política, después de la dictadura y del movimiento armado. Se inició con el magnicidio de Obregón, quién modificó la Constitución para volver a ocupar la Presidencia, siendo que ya había sido Presidente de 1920 a 1924. A su muerte, el poder recayó en forma natural en él, quien decidió ejercerlo indirectamente, detrás de gobernantes débiles.
El “maximato” se ha mantenido a lo largo de nuestra historia pero con muchas variantes. Es claro que cada gobernante, siempre trata de imponer sucesor, y mueve sus hilos para lograrlo. Argumenta que su proyecto político debe tener continuidad, cuando en la mayoría de los casos lo que busca es mantener su influencia conservando poder y sobre todo, garantizar protección ante posibles ataques, justificados o no, de contrincantes políticos.
Los grupos privados y los grupos sociales no han sido ajenos al “maximato”. Desde hace muchos años se acostumbra que los empresarios apoyen con recursos las campañas de los candidatos, para después obtener contratos y recuperar con creces sus inversiones. Grupos sociales, como sindicatos de trabajadores u organizaciones de campesinos, dan también su apoyo a cambio de prerrogativas y privilegios, que generalmente son acaparadas por los líderes. Estos grupos no formaban parte del poder público, aunque muchas veces fueran utilizados para fines políticos.
Hace pocos años, después de las reformas políticas que han permitido una mayor competencia entre partidos, el “maximato” ha adquirido nuevas dimensiones. Los candidatos tienen que hacer alianzas, pactos, compromisos, no todos ellos transparentes, para tratar de obtener el poder, de manera que los que lo logran, quedan maniatados para actuar, pues casi para donde se quieran mover hay alguien que brinca y protesta, sea sindicato de maestros, sean televisoras o medios de comunicación, sean transportistas, sean banqueros, sean empresarios o políticos poderosos tanto del partido ganador como de los opositores. Todos quieren influir, colocan gente en puestos claves, protestan ante cualquier posible medida en su contra y se deslindan de cualquier responsabilidad política. Los gobiernos no hacen lo que se necesita, sino lo poco que no afecte intereses y sus equipos de trabajo están plagados de recomendados, que entorpecen la marcha de la administración.
El General Cárdenas tardó 6 meses en sacudirse la influencia para poder actuar con mayor libertad. Hay otros a los que ya se les pasó el tiempo para quitársela y unos más, aún están en buen tiempo para hacerlo, ya que no deben olvidar que para la historia ellos son los únicos responsables de lo que suceda o deje de suceder.
miércoles, 7 de abril de 2010
¿VALORES O ANTIVALORES?
Despreciamos al honrado,
Premiamos al delincuente,
El joven muy despistado,
Todo lo nota incongruente,
Debe cambiar el Estado,
Y también toda la gente.
Existe una percepción en la sociedad actual de que los jóvenes ya no están sujetos a un régimen de valores, de respeto a la autoridad, de veneración a los adultos mayores, de responsabilidad ante la familia, los estudios, el trabajo, de sensibilidad y solidaridad con amigos y compañeros por sus problemas. Hoy destaca el egoísmo, el individualismo, el desprecio hacia cualquier tipo de autoridad y la desobediencia hacia cualquier tipo de norma o regla existente.
Yo pienso que la percepción es correcta; sin embargo, poco nos ponemos a pensar y a analizar sobre las causas que han provocado esta situación. Muchas de las acciones de los jóvenes, pueden ser resultado de la observación de lo que hacemos y de lo que hicimos los adultos. Los expertos han señalado que la enseñanza más efectiva se da con el ejemplo, lo que significa que esta condición juega en los dos sentidos: un buen ejemplo da una buena enseñanza mientras que el mal ejemplo deja una enseñanza nefasta difícil de contra restar con discursos o regaños.
No se trata de moral, se trata de ética universal, de valores y derechos básicos de las personas. No es posible seguir actuando en forma incongruente entre el decir y el hacer, tanto en el ámbito familiar, en el político y gubernamental, en el laboral, en el religioso, en el gremial, en el vecinal y en el amoroso.
He tenido oportunidad de platicar con muchos jóvenes que me han platicado que conforme van conociendo más de la vida, se percatan de que ésta es muy diferente a la que le enseñaron en sus casas o en sus escuelas. Ven a su alrededor o en sus propios casos, de que la familia no es el núcleo de felicidad que le enseñaron y la mayoría son disfuncionales. Ven que muchos políticos y funcionarios públicos ganan mucho dinero, no atienden sus responsabilidades, hacen negocios a la sombra de sus puestos y no sólo no son castigados sino que ascienden. Se enteran con todo género de detalles, de un sinfín de atrocidades, cometidas por algunos miembros de la iglesia católica y no se explican por qué las más altas autoridades de la jerarquía no actuaron en consecuencia para castigarlos y separarlos del servicio, si tuvieron toda la información y denuncias correspondientes. Se enteran del sinnúmero de irregularidades en los procesos electorales que hacen cambiar la voluntad popular, a pesar del alto gasto realizado para tener instituciones confiables y que por tanto se vuelven lo contrario. Se enteran de que la justicia se vende como cualquier otro producto del mercado, de manera que se inclina del lado del que la puede pagar mejor. Si logran conseguir trabajo, les fijan horarios que no les permiten tener una vida equilibrada emocionalmente e ingresos y prestaciones insuficientes, pero los motivan para que le tengan amor a la camiseta.
Si un miembro de una familia delinque, parte de la familia lo protege para que no sea castigado. Si un funcionario comete un delito y lo denuncian su partido lo cobija y cierran filas para que no lo castiguen. Si un jerarca religioso resulta pederasta, las autoridades descalifican a los demandantes y hasta que el agua les llega al cuello, reconocen una pequeña parte del problema sin resarcir a los afectados.
Tenemos que empezar a cambiar, desde la cuna y las escuelas. Debemos reconocer y premiar las buenas acciones y despreciar y castigar a los delincuentes. Esa si sería una verdadera Reforma Estructural que requiere políticas públicas ad hoc. ¿o no?
Premiamos al delincuente,
El joven muy despistado,
Todo lo nota incongruente,
Debe cambiar el Estado,
Y también toda la gente.
Existe una percepción en la sociedad actual de que los jóvenes ya no están sujetos a un régimen de valores, de respeto a la autoridad, de veneración a los adultos mayores, de responsabilidad ante la familia, los estudios, el trabajo, de sensibilidad y solidaridad con amigos y compañeros por sus problemas. Hoy destaca el egoísmo, el individualismo, el desprecio hacia cualquier tipo de autoridad y la desobediencia hacia cualquier tipo de norma o regla existente.
Yo pienso que la percepción es correcta; sin embargo, poco nos ponemos a pensar y a analizar sobre las causas que han provocado esta situación. Muchas de las acciones de los jóvenes, pueden ser resultado de la observación de lo que hacemos y de lo que hicimos los adultos. Los expertos han señalado que la enseñanza más efectiva se da con el ejemplo, lo que significa que esta condición juega en los dos sentidos: un buen ejemplo da una buena enseñanza mientras que el mal ejemplo deja una enseñanza nefasta difícil de contra restar con discursos o regaños.
No se trata de moral, se trata de ética universal, de valores y derechos básicos de las personas. No es posible seguir actuando en forma incongruente entre el decir y el hacer, tanto en el ámbito familiar, en el político y gubernamental, en el laboral, en el religioso, en el gremial, en el vecinal y en el amoroso.
He tenido oportunidad de platicar con muchos jóvenes que me han platicado que conforme van conociendo más de la vida, se percatan de que ésta es muy diferente a la que le enseñaron en sus casas o en sus escuelas. Ven a su alrededor o en sus propios casos, de que la familia no es el núcleo de felicidad que le enseñaron y la mayoría son disfuncionales. Ven que muchos políticos y funcionarios públicos ganan mucho dinero, no atienden sus responsabilidades, hacen negocios a la sombra de sus puestos y no sólo no son castigados sino que ascienden. Se enteran con todo género de detalles, de un sinfín de atrocidades, cometidas por algunos miembros de la iglesia católica y no se explican por qué las más altas autoridades de la jerarquía no actuaron en consecuencia para castigarlos y separarlos del servicio, si tuvieron toda la información y denuncias correspondientes. Se enteran del sinnúmero de irregularidades en los procesos electorales que hacen cambiar la voluntad popular, a pesar del alto gasto realizado para tener instituciones confiables y que por tanto se vuelven lo contrario. Se enteran de que la justicia se vende como cualquier otro producto del mercado, de manera que se inclina del lado del que la puede pagar mejor. Si logran conseguir trabajo, les fijan horarios que no les permiten tener una vida equilibrada emocionalmente e ingresos y prestaciones insuficientes, pero los motivan para que le tengan amor a la camiseta.
Si un miembro de una familia delinque, parte de la familia lo protege para que no sea castigado. Si un funcionario comete un delito y lo denuncian su partido lo cobija y cierran filas para que no lo castiguen. Si un jerarca religioso resulta pederasta, las autoridades descalifican a los demandantes y hasta que el agua les llega al cuello, reconocen una pequeña parte del problema sin resarcir a los afectados.
Tenemos que empezar a cambiar, desde la cuna y las escuelas. Debemos reconocer y premiar las buenas acciones y despreciar y castigar a los delincuentes. Esa si sería una verdadera Reforma Estructural que requiere políticas públicas ad hoc. ¿o no?
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