Nuestro país estancado,
Con problemas de a montón,
El gobierno dedicado,
A la pura distracción,
Ciudadano organizado,
Para encontrar solución.
El país requiere una urgente transformación para salir de las diversas crisis en que está inmerso. Desde 1810 y hasta la fecha la Nación se ha ido transformando con grandes avances y con grandes retrocesos. No hemos podido mantener una ruta de desarrollo y estabilidad. Parece que tejemos y destejemos y nos hemos ido quedando atrás de muchos otros países que han manejado mejor sus cosas.
Tenemos importantes instituciones que nos han costado mucho esfuerzo, dinero y vidas; sin embargo, muchas de ellas están prácticamente secuestradas por un pequeño grupo, que las hace operar en su propio beneficio. Tenemos una economía basada más en la especulación que en la producción y somos uno de los países del mundo con menor crecimiento económico y mayor desempleo. Hay prohibición en nuestra constitución a las prácticas monopólicas, pero hay monopolios y oligopolios que encarecen los bienes y servicios en perjuicio de las clases medias y populares. Hay un pequeño grupo de grandes empresarios, que mantienen una situación de privilegio ante el fisco y pagan impuestos muy por debajo de lo que técnica y éticamente debiera ser, en perjuicio de las finanzas nacionales. Hay un pequeño grupo que maneja los medios masivos de comunicación en función de sus propios intereses, sin que el Estado los obligue a cumplir con el mandato constitucional del derecho a la información y cada vez adquieren más poder y pueden poner y quitar funcionarios y orientar (o desorientar) a la opinión pública en el sentido que les interese. Al gobierno parece no preocuparle la caída drástica de la producción petrolera y la gran crisis que esto puede producir y sigue exportando crudo, importando gasolinas y ni siquiera atiende lo poco que se acordó en la anterior reforma petrolera. Mantenemos tierras ociosas, potreros abandonados y medio rural despoblado, mientras seguimos importando alimentos. El oficio de la política está pervertido y se usa como sinónimo de engaño, arreglos cupulares y corrupción, olvidando que solo tiene sentido cuando se pone al servicio de los demás. El bienestar de la población es cada vez más precario, con mala educación y salud, deficientes servicios públicos y desigualdad social en aumento. La inseguridad y la violencia parecen incontrolables y la estrategia del gobierno para enfrentarlas, no parece que vaya a resolverlas.
Mientras todo esto sucede a la vista de quien lo quiera ver, la agenda de la clase política está por otros rumbos. Se discute la posibilidad de reelección en puestos de elección popular, las alianzas útiles entre el PAN y el PRD para intentar derrotar al PRI, en estados donde no ha habido alternancia, el matrimonio entre homosexuales, la salud del futbolista Cabañas, la tragedia en Haití, el creciente número de muertos en la guerra contra el narcotráfico (que en enero alcanzó su record en el sexenio con cerca de 900) y más y más asuntos que independientemente de su justificación propia, son utilizados principalmente para distraer a la opinión pública.
Hay diversas organizaciones independientes que llevarán a cabo una serie de eventos para conmemorar, en paralelo a los festejos oficiales, el centenario y el bicentenario, a través de foros y mesas redondas, o sea, que no todo es indolencia y apatía. Ojala existan más personas y grupos interesados en discutir con seriedad temas trascendentes. No dejemos que las minorías decidan. Debemos participar en la definición del rumbo del país y votar por quien ofrezca y se comprometa a seguir dicho rumbo y que quiera encabezar la transformación urgente que se requiere. ¿Quién?
miércoles, 3 de febrero de 2010
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