Nuestra mala educación,
Nos hace muy mal quedar,
Mal ejemplo y corrupción,
Con eso van a enseñar,
Muchas cosas de Japón,
Debiéramos imitar.
Los mexicanos a la hora de los festejos gritamos: ¡Como México no hay dos! y ¡Yo soy quien soy y no me parezco a nadie!, pero a la hora de actuar dejamos a nuestro país muy mal parado, ya que en general, somos indisciplinados, impuntuales, irresponsables, deshonestos, irrespetuosos, sucios, mentirosos e incumplidos, tanto en el ámbito familiar, como en el laboral, comercial, social y hasta religioso. En lugar de compromisos preferimos las peregrinaciones, los cuetes y las mandas; los días feriados, las fiestas y borracheras, la no entrega de gasto en la casa, dar mordida, recibir mordida, pararnos en lugar prohibido, evadir impuestos, gastar mal y robarse los impuestos, etc.
La ausencia de la educación formativa en las escuelas, el mal ejemplo de los mayores incluyendo a los padres, los medios de comunicación que deforman los valores, reproducen un modelo perverso de imitación de antivalores y de desprecio a las cualidades y buenas acciones de las personas.
El mes pasado asistí a una plática, de un profesor que vivió y trabajó algunos años en Japón. Me platicó cosas que observó, que explican porqué ese país está en el nivel de desarrollo en que se encuentra. Tiene más habitantes que nosotros en un territorio un poco mayor que Chihuahua y sus índices educativos y de longevidad son muy altos y los de criminalidad y desigualdad muy bajos.
Vio una sociedad orgullosa de sus orígenes y de su pasado. Respetan sus valores (honestidad, puntualidad, limpieza, responsabilidad, etc) y también a las personas mayores. Su valor supremo es su nombre, o sea su reputación, por lo que cumplen sus compromisos aunque no estén firmados. Se le llama traidor y se desprecia a quien desperdicia recursos, incluyendo el tiempo.
En lo religioso y en lo laboral, no piden sino que ofrecen, pues quien ofrece actúa y el que pide espera. Hacen ofrecimientos concretos para mejorar como personas y los sindicatos ofrecen por ejemplo aumentar en cierto porcentaje la producción y la calidad, y las empresas ofrecen que si se cumplen esos compromisos les pagarán cierta cantidad adicional (no hay pliego petitorio) y así han llegado al “error cero”, la “calidad total” y al “justo a tiempo”.
En las escuelas tienen programas definidos y cada estudiante empieza puntual a trabajar, con o sin profesor, quien se incorpora a supervisar y a aclarar dudas. En el trabajo los más expertos enseñan a los más nuevos y hay eficiencia, armonía y trabajo en equipo. Llegan antes de la hora y salen un poco después de la hora de salida al dedicar tiempo a la investigación. En la selección de personal, por encima de los conocimientos está el entusiasmo, actitud mental, positivismo y disposición.
Son muy observadores y siguen el principio de aprender imitando y luego desarrollan y mejoran lo imitado (automotriz y electrónica). Las empresas están dirigidas por personas mayores con gran experiencia y la proporción salarial entre los niveles máximos y mínimos no supera al ocho. Las órdenes se deben ejecutar sin cuestionar, pero el trabajador tiene la posibilidad de presentar por escrito observación o sugerencia y un comité analiza cada semana los escritos y puede modificar la forma de hacer las cosas. En la misma forma se resuelven las huelgas sin dejar de trabajar.
Han aprendido de las derrotas y enfrentan la adversidad, con espíritu imperturbable y dedicación.
Me platicó también sobre los múltiples defectos de la cultura japonesa, pero aquí no los comento, porque somos capaces de copiarlos, en lugar de imitar lo bueno. Hoy que se celebran foros por todos lados para encontrar mecanismos que nos ayuden a tener progreso y crecimiento, deberíamos empezar con la educación. ¿Habrá que pedir autorización a Elba Esther Gordillo?
Noticia buena de Contraste: De 16,000 instituciones de educación superior en todo el mundo, hay dos mexicanas dentro de las primeras 500 (indicadores de calidad académica y de investigación).
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