Conquista y dominación,
A callar y obedecer,
Avance y transformación,
Democracia hay que tener,
Aún nos falta vocación,
Pa’ sabernos entender.
Hace dos semanas señalé que la democracia no debe ser un fin, sino un medio para tener mejores gobiernos y mejores decisiones, que permitan alcanzar mejores niveles de vida para la población. La calidad de una democracia depende de la calidad de sus componentes: partidos, reglas, instituciones, participación ciudadana, capacitación, legalidad, certeza, por lo que no es igual en todos los países y puede tener defectos que la limitan e incluso la anulan, convirtiéndola en “Plutocracia” (poder de los ricos), en “Oligarquía” (poder de grupos minoritarios) o en “Aristocracia” (grupos con privilegios sobre el resto de la población).
Nuestra democracia ha tenido avances importantes en las últimas décadas, pero aún tiene graves faltantes para alcanzar una democracia moderna. No hay que olvidar que a nuestro pueblo le tocaron 300 años de conquista y dominación española, que lo acostumbraron a “callar y obedecer” y al consumarse la independencia en 1921, no podía de golpe despertar a la vida democrática. Después siguieron las luchas entre diversas facciones: realistas e insurgentes, monárquicos y republicanos, federalistas y centralistas, liberales y conservadores, partidarios de la dictadura presidencial y enemigos de la misma, con casi nula participación del pueblo, a pesar de que se gestaba el rumbo del nuevo país. Durante el largo porfiriato, esa magra participación se anuló, con candidatos y funcionarios designados por el Presidente, donde cualquier oposición era aplastada con rigor. En 1908 el Presidente Díaz declaró a la prensa extranjera que nuestro pueblo estaba maduro para la democracia y que daría garantías para su libre expresión, pero en las elecciones de 1910 volvió la imposición oficial y se desbordó la ira popular.
Vino la Revolución y su gran logro con la Constitución de 1917, aunque seguía la lucha entre caudillos y la proliferación de diversas fuerzas y partidos políticos que llagaron a más de 300, pero en 1929 Plutarco Elías Calles convocó a todas ellas, que se llamaban “revolucionarias”, a unirse en el “PNR” Partido Nacional Revolucionario, con lo que se terminó con la anarquía imperante y se propicio estabilidad política; en 1938 ese partido se transformó en “PRM” Partido de la Revolución Mexicana y en 1946 en “PRI” Partido Revolucionario Institucional, agrupando a los sectores agrario, obrero y popular. En el inter, Manuel Gómez Morín reunió a gente con ideología opositora al gobierno y en 1939 creó el “PAN” Partido Acción Nacional.
A partir de 1953 las mujeres pudieron votar y ser votadas y unos años después se les dio también ese derecho a los jóvenes mayores de 18 años.
Durante muchas décadas los procesos electorales los organizó el gobierno y los calificó la Cámara de Diputados. Se crearon varios partidos de izquierda que junto con el PAN, presionaron al gobierno para hacer modificaciones que les permitieran tener representación en el Congreso y procesos más equitativos y justos. En las elecciones de 1988 Cárdenas participó encabezando un Frente Democrático con varios partidos de izquierda y según muchas opiniones triunfó aunque no le reconocieron el triunfo y a partir de ahí se formo el “PRD” Partido de la Revolución Democrática” y se realizaron importantes modificaciones a la ley electoral, mejorando el padrón, generando credenciales con fotografía, estableciendo nuevas reglas para la participación de partidos, candidatos, medios de comunicación y creando un organismo autónomo para organizar y conducir los procesos electorales federales que es el “IFE” Instituto Federal Electoral y en los Estados un organismo similar para los procesos locales.
Mucho de lo logrado en materia de confiabilidad electoral tuvo un grave retroceso en las elecciones federales del 2006, que obligó a una nueva reforma electoral, para regular la participación de los medios de comunicación, la cual ha sido duramente criticada por los propios medios. En las siguientes semanas comentaremos algunos de los faltantes evidentes de nuestra democracia, que no nos permiten calificarla como moderna. (Continuará)
miércoles, 22 de septiembre de 2010
miércoles, 15 de septiembre de 2010
LA ESPERANZA ES LA ÚLTIMA QUE MUERE
Mucho festejo y derroche,
¡México es independiente!
Demos el grito en la noche,
Y tengamos en la mente,
Que aunque todo es un desmoche,
Hay un futuro pendiente.
Dejaré para la siguiente semana la continuación de análisis de nuestra democracia, ya que en esta semana cae la fecha del bicentenario del inicio de la lucha por nuestra independencia y creo que merece algunos comentarios sobre el particular.
Todo el año se ha estado discutiendo y comentando, en editoriales de medios de comunicación y en programas de debate, sobre cuál sería la mejor forma de utilizar estas fechas en beneficio del país. Algunos, incluyendo al gobierno federal y a la mayoría de los gobiernos estatales, se prepararon para realizar festejos con luces, cuetes, música, desfiles, presentación de libros, obras de teatro, lo que me parece bien, ya que es una tradición que es difícil de eliminar y además el pueblo está tan vapuleado, que la verdad un poco de alegría y de gritos demandando la independencia: “muera el mal gobierno, viva México, viva México, viva México”, sirve hasta como terapia colectiva para reclamar sin riesgo y olvidar aunque sea por un momento todas sus dificultades; sin embargo, una cosa es un festejo austero congruente con nuestra situación económica y otra muy distinta es percatarse del gasto desmedido del gobierno federal en monumentos y parques inconclusos, en la realización de un festejo fastuoso e insultante, tratando de impresionar al mundo con nuestra grandeza, mientras que miles de compatriotas están damnificados por las fuertes inundaciones en buena parte del territorio y a los cuales no les llega la ayuda requerida, quedando en ridículo, pues en todos los países están mejor enterados que nosotros mismos, sobre nuestras carencias y complicaciones. La jerarquía católica se suma a los festejos, apareciendo ahora como promotora de los movimientos sociales, para que se olvide que siempre estuvo al lado de los opresores.
Muchas otras voces, incluyendo la mía, señalaban que aparte del festejo austero, era fundamental aprovechar estas fechas para recordar las condiciones del país que dieron origen a la lucha armada y a la que le siguieron la larga pugna entre realistas e insurgentes, monárquicos y republicanos, federalistas y centralistas, liberales y conservadores, liberales puros y moderados, partidarios de la dictadura presidencial y enemigos de la misma, en las que se derramó mucha sangre, tratando de definir un rumbo para el nuevo país, que trataba de liberarse de las intervenciones españolas, norteamericanas y francesas. Después de la Revolución vino una cierta estabilidad política y económica e íbamos como la burrita con unos pasos pa’delante y otros tantos para atrás , pero desde hace 25 años, nos metieron al modelo globalizado que cada vez nos conduce a condiciones similares a las existentes antes de las luchas armadas.
Actualmente somos altamente dependientes del exterior de cosas tan prioritarias y estratégicas como los alimentos, las gasolinas, la tecnología, nuestro nivel educativo está en los últimos lugares a nivel internacional, al igual que nuestra competitividad industrial y comercial, tenemos 8 millones de jóvenes que ni tienen trabajo ni van a la escuela (los ninis), tenemos millones de pobres, aunque afortunadamente no todos están en pobreza extrema, el gobierno federal es débil, pues ha sido secuestrado por los poderes fácticos: televisoras, partidos políticos, sindicatos, grandes empresarios, crimen organizado, de manera que aumenta en forma vertiginosa la violencia y la ausencia de autoridad verdadera, la sociedad se siente en estado de indefensión, pues los que violan la ley rara vez son castigados.
El debate parece que lo ganó el primer grupo, con un derroche en el que vuelven a ganar las televisoras y los anunciantes, mientras que los políticos están desaprovechando la oportunidad histórica de redefinir nuestro rumbo, pero afortunadamente hay muchos grupos de la sociedad civil que si lo están haciendo, que están analizando y haciendo propuestas para encontrar nuevos caminos que permitan refundar nuestra república devastada, por lo que todavía hay esperanza.
¡México es independiente!
Demos el grito en la noche,
Y tengamos en la mente,
Que aunque todo es un desmoche,
Hay un futuro pendiente.
Dejaré para la siguiente semana la continuación de análisis de nuestra democracia, ya que en esta semana cae la fecha del bicentenario del inicio de la lucha por nuestra independencia y creo que merece algunos comentarios sobre el particular.
Todo el año se ha estado discutiendo y comentando, en editoriales de medios de comunicación y en programas de debate, sobre cuál sería la mejor forma de utilizar estas fechas en beneficio del país. Algunos, incluyendo al gobierno federal y a la mayoría de los gobiernos estatales, se prepararon para realizar festejos con luces, cuetes, música, desfiles, presentación de libros, obras de teatro, lo que me parece bien, ya que es una tradición que es difícil de eliminar y además el pueblo está tan vapuleado, que la verdad un poco de alegría y de gritos demandando la independencia: “muera el mal gobierno, viva México, viva México, viva México”, sirve hasta como terapia colectiva para reclamar sin riesgo y olvidar aunque sea por un momento todas sus dificultades; sin embargo, una cosa es un festejo austero congruente con nuestra situación económica y otra muy distinta es percatarse del gasto desmedido del gobierno federal en monumentos y parques inconclusos, en la realización de un festejo fastuoso e insultante, tratando de impresionar al mundo con nuestra grandeza, mientras que miles de compatriotas están damnificados por las fuertes inundaciones en buena parte del territorio y a los cuales no les llega la ayuda requerida, quedando en ridículo, pues en todos los países están mejor enterados que nosotros mismos, sobre nuestras carencias y complicaciones. La jerarquía católica se suma a los festejos, apareciendo ahora como promotora de los movimientos sociales, para que se olvide que siempre estuvo al lado de los opresores.
Muchas otras voces, incluyendo la mía, señalaban que aparte del festejo austero, era fundamental aprovechar estas fechas para recordar las condiciones del país que dieron origen a la lucha armada y a la que le siguieron la larga pugna entre realistas e insurgentes, monárquicos y republicanos, federalistas y centralistas, liberales y conservadores, liberales puros y moderados, partidarios de la dictadura presidencial y enemigos de la misma, en las que se derramó mucha sangre, tratando de definir un rumbo para el nuevo país, que trataba de liberarse de las intervenciones españolas, norteamericanas y francesas. Después de la Revolución vino una cierta estabilidad política y económica e íbamos como la burrita con unos pasos pa’delante y otros tantos para atrás , pero desde hace 25 años, nos metieron al modelo globalizado que cada vez nos conduce a condiciones similares a las existentes antes de las luchas armadas.
Actualmente somos altamente dependientes del exterior de cosas tan prioritarias y estratégicas como los alimentos, las gasolinas, la tecnología, nuestro nivel educativo está en los últimos lugares a nivel internacional, al igual que nuestra competitividad industrial y comercial, tenemos 8 millones de jóvenes que ni tienen trabajo ni van a la escuela (los ninis), tenemos millones de pobres, aunque afortunadamente no todos están en pobreza extrema, el gobierno federal es débil, pues ha sido secuestrado por los poderes fácticos: televisoras, partidos políticos, sindicatos, grandes empresarios, crimen organizado, de manera que aumenta en forma vertiginosa la violencia y la ausencia de autoridad verdadera, la sociedad se siente en estado de indefensión, pues los que violan la ley rara vez son castigados.
El debate parece que lo ganó el primer grupo, con un derroche en el que vuelven a ganar las televisoras y los anunciantes, mientras que los políticos están desaprovechando la oportunidad histórica de redefinir nuestro rumbo, pero afortunadamente hay muchos grupos de la sociedad civil que si lo están haciendo, que están analizando y haciendo propuestas para encontrar nuevos caminos que permitan refundar nuestra república devastada, por lo que todavía hay esperanza.
miércoles, 8 de septiembre de 2010
DEMOCRACIA (Primera parte)
En Democracia hay partidos,
Hay reglas e instituciones,
Candidatos elegidos,
Por voto en las elecciones,
Aún estamos restringidos,
Hay que hacerle correcciones.
En los últimos 100 años, algunos países han sido gobernados bajo regímenes totalitarios de izquierda o de derecha, donde la libertad es nula, otros con formas autoritarias con libertades restringidas y en la mayoría se han establecido sistemas democráticos (de izquierda y de derecha), donde el poder no deriva de la fuerza sino del voto de los ciudadanos.
En la “democracia directa” inventada por los Atenienses para gobernar la ciudad, las decisiones las tomaba la asamblea de todos los ciudadanos, mediante voto directo. Esto era posible por el tamaño de la ciudad y porque las mujeres, los menores de edad, los esclavos (que eran mayoría) y los extranjeros no eran considerados ciudadanos. Las decisiones las tomaba una minoría, culta y preparada y opinaban que darle poder a representantes era quitárselo al pueblo.
Por razones prácticas, la democracia que predomina es la “representativa”, donde el pueblo elige con su voto a sus representantes, para que éstos, en su representación, deliberen y tomen decisiones; sin embargo, en las democracias más modernas se utiliza una combinación de las dos, ya que la mayoría de las decisiones son tomadas por los representantes, pero los ciudadanos cuentan con mecanismos de participación directa, para que en ciertos asuntos de mayor trascendencia puedan votar, como son el “Plebiscito” (decir sí o no a un tema o proyecto), el “Referendum” (decir sí o no a una norma o ley) y la “revocación de mandato” (poder remover a una persona electa antes de que termine su plazo), entre otros.
Hay democracias “presidencialistas” donde el Presidente electo es jefe de Estado y jefe de Gobierno, a diferencia de las “parlamentarias”, en las que con el voto se elige a un Presidente o Jefe de Estado y al parlamento (congreso) y luego ese Presidente designa como Jefe de Gobierno o Primer Ministro, al que resulte ser líder del partido mayoritario en el parlamento, mientras que el candidato perdedor de la Presidencia queda como líder de la oposición.
Casi todas las democracias tienen en común que cuentan con un sistema de partidos que agrupan a ciudadanos, establecen plataformas políticas y luchan por alcanzar el poder proponiendo candidatos para tal fin; tienen una serie de reglas para desarrollar los procesos electorales (ley electoral); cuentan con instituciones creadas para aplicar la ley electoral y para sancionar en su caso a los infractores; dotan a los ciudadanos, través de la ley electoral, de un conjunto de obligaciones y derechos y generalmente el sufragio es universal (no hay exclusiones por género, preparación, condición socio-económica, raza o religión). Debe haber información sobre opciones, libertad para votar sin presiones, todos los votos deben valer igual y todos deben acatar la decisión de la mayoría, aún los que votaron en contra.
La democracia debiera ser una forma de vida y no sólo una forma de elegir a los gobernantes y no debe ser un fin, sino un medio para alcanzar mejores condiciones de vida. La gente dice: “para que quiero democracia si no hay trabajo o si el salario no me alcanza” o cosas por el estilo. La calidad de cada democracia depende de la calidad de sus componentes: partidos, reglas, instituciones, participación ciudadana, capacitación, legalidad, certeza, ya que muchas de ellas tienen defectos que las limitan e incluso las anulan, cuando se convierten en “Plutocracia” (poder de los ricos), en “Oligarquía” (poder de grupos minoritarios) o en “Aristocracia” (existencia de grupos con privilegios o ventajas sobre el resto de la población).
En las próximas semanas intentaré analizar la calidad de nuestra democracia, pues sólo conociendo sus avances, sus carencias y sus defectos, podemos hacer propuestas que nos permitan alcanzar una democracia moderna. (Continuará la segunda parte)
Hay reglas e instituciones,
Candidatos elegidos,
Por voto en las elecciones,
Aún estamos restringidos,
Hay que hacerle correcciones.
En los últimos 100 años, algunos países han sido gobernados bajo regímenes totalitarios de izquierda o de derecha, donde la libertad es nula, otros con formas autoritarias con libertades restringidas y en la mayoría se han establecido sistemas democráticos (de izquierda y de derecha), donde el poder no deriva de la fuerza sino del voto de los ciudadanos.
En la “democracia directa” inventada por los Atenienses para gobernar la ciudad, las decisiones las tomaba la asamblea de todos los ciudadanos, mediante voto directo. Esto era posible por el tamaño de la ciudad y porque las mujeres, los menores de edad, los esclavos (que eran mayoría) y los extranjeros no eran considerados ciudadanos. Las decisiones las tomaba una minoría, culta y preparada y opinaban que darle poder a representantes era quitárselo al pueblo.
Por razones prácticas, la democracia que predomina es la “representativa”, donde el pueblo elige con su voto a sus representantes, para que éstos, en su representación, deliberen y tomen decisiones; sin embargo, en las democracias más modernas se utiliza una combinación de las dos, ya que la mayoría de las decisiones son tomadas por los representantes, pero los ciudadanos cuentan con mecanismos de participación directa, para que en ciertos asuntos de mayor trascendencia puedan votar, como son el “Plebiscito” (decir sí o no a un tema o proyecto), el “Referendum” (decir sí o no a una norma o ley) y la “revocación de mandato” (poder remover a una persona electa antes de que termine su plazo), entre otros.
Hay democracias “presidencialistas” donde el Presidente electo es jefe de Estado y jefe de Gobierno, a diferencia de las “parlamentarias”, en las que con el voto se elige a un Presidente o Jefe de Estado y al parlamento (congreso) y luego ese Presidente designa como Jefe de Gobierno o Primer Ministro, al que resulte ser líder del partido mayoritario en el parlamento, mientras que el candidato perdedor de la Presidencia queda como líder de la oposición.
Casi todas las democracias tienen en común que cuentan con un sistema de partidos que agrupan a ciudadanos, establecen plataformas políticas y luchan por alcanzar el poder proponiendo candidatos para tal fin; tienen una serie de reglas para desarrollar los procesos electorales (ley electoral); cuentan con instituciones creadas para aplicar la ley electoral y para sancionar en su caso a los infractores; dotan a los ciudadanos, través de la ley electoral, de un conjunto de obligaciones y derechos y generalmente el sufragio es universal (no hay exclusiones por género, preparación, condición socio-económica, raza o religión). Debe haber información sobre opciones, libertad para votar sin presiones, todos los votos deben valer igual y todos deben acatar la decisión de la mayoría, aún los que votaron en contra.
La democracia debiera ser una forma de vida y no sólo una forma de elegir a los gobernantes y no debe ser un fin, sino un medio para alcanzar mejores condiciones de vida. La gente dice: “para que quiero democracia si no hay trabajo o si el salario no me alcanza” o cosas por el estilo. La calidad de cada democracia depende de la calidad de sus componentes: partidos, reglas, instituciones, participación ciudadana, capacitación, legalidad, certeza, ya que muchas de ellas tienen defectos que las limitan e incluso las anulan, cuando se convierten en “Plutocracia” (poder de los ricos), en “Oligarquía” (poder de grupos minoritarios) o en “Aristocracia” (existencia de grupos con privilegios o ventajas sobre el resto de la población).
En las próximas semanas intentaré analizar la calidad de nuestra democracia, pues sólo conociendo sus avances, sus carencias y sus defectos, podemos hacer propuestas que nos permitan alcanzar una democracia moderna. (Continuará la segunda parte)
miércoles, 1 de septiembre de 2010
ORGANOS AUTÓNOMOS ¿HASTA CUANDO?
Se habla de autonomía,
Sin influencias ni presiones,
Pero la inercia seguía,
Se entremeten los gallones,
Pero ya se acerca el día,
Llegará quien tenga dones.
Si investigamos lo que se quiere decir con el término de “Autonomía”, veremos que es un concepto que expresa la capacidad para darse normas a uno mismo, sin influencia de presiones externas o internas, es un sinónimo de autoorganización o de autodeterminación y en el caso de individuos o asociaciones se refiere a autogobierno y en las universidades públicas se ha utilizado para señalar una independencia político-administrativa de éstas, en relación al gobierno central.
En nuestro país y con objeto de darles credibilidad a instituciones públicas encargadas de temas prioritarios y sustantivos se les ha dado el carácter de Organismos autónomos, dando a entender que en su operación y en sus decisiones no van a intervenir agentes externos que tengan interés en influir en ellos.
En nuestro país tuvimos durante muchos años un presidencialismo fuerte, donde no se movía la hoja de un árbol si no era por decisión del Sr. Presidente. Ahora llevamos ya 10 años tratando de buscar una transición hacia una democracia moderna, con poderes independientes, cada uno responsable de un grupo de funciones, buscando el bienestar de la población; sin embargo, parece que la ecuación está muy difícil de resolver para nuestra clase política actual, pues han dejado que los poderes fácticos como grupos empresariales, sindicatos, televisoras, partidos políticos y ahora hasta crimen organizado, actúen para favorecer sus propios intereses.
En el INEGI, responsable de las estadísticas económicas y de población, nombraron como Presidente a Eduardo Sojo, cuando era Secretario de Economía y gente de todas las confianzas de Fox; en el Banco de México para manejar la política monetaria nombraron como Gobernador a Agustín Cartens, siendo el Secretario de Hacienda y gente de confianza de Calderón; en la Comisión de Telecomunicaciones, en un momento crítico por la licitación de varias frecuencias de banda ancha, en las que el gobierno parecía querer favorecer a una empresa específica, se nombra primero como Consejero a Mony de Swan, quién era Jefe de Asesores del Secretario de Comunicaciones y luego, la mayoría de los consejeros lo nombran sospechosamente Presidente de esa Comisión. Esta es sólo una muestra de tres organismos supuestamente autónomos, donde los nombramientos señalados hacen dudar de que se haya cumplido con evitar la influencia de presiones externas o internas y con ello volvemos a la desconfianza de que tal vez su actuación, pueda seguir los lineamientos de la persona o grupo externo que los impulsó a llegar a esos puestos.
En otros organismos autónomos como el IFE, la Comisión de Derechos Humanos, la Comisión de Acceso a la Información entre otros, es el Congreso el que designa a sus integrantes y se acusa a los partidos políticos de realizar esta función estableciendo cuotas, o sea que cada uno, de acuerdo a su representatividad, propone integrantes y después de una negociación entre ellos se vota por paquete. Aunque no intervenga el Presidente de la República, no puede decirse que hay autonomía, pues es de pensarse que los personajes designados, sentirán compromiso con quién los impulsó y habrá sospechas de que su proceder no será objetivo ni imparcial.
En unas semanas vendrá la renovación del Consejo del Instituto Electoral de Querétaro y será el congreso local el que apruebe a los Consejeros, dentro del grupo de candidatos que se registren para tal fin. Ojalá que se ponga un ejemplo y se seleccionen a los que mejor cumplan con los requisitos de conocimientos, honestidad, criterio, independencia e imparcialidad, dejando a un lado las cuotas de partido.
Sin influencias ni presiones,
Pero la inercia seguía,
Se entremeten los gallones,
Pero ya se acerca el día,
Llegará quien tenga dones.
Si investigamos lo que se quiere decir con el término de “Autonomía”, veremos que es un concepto que expresa la capacidad para darse normas a uno mismo, sin influencia de presiones externas o internas, es un sinónimo de autoorganización o de autodeterminación y en el caso de individuos o asociaciones se refiere a autogobierno y en las universidades públicas se ha utilizado para señalar una independencia político-administrativa de éstas, en relación al gobierno central.
En nuestro país y con objeto de darles credibilidad a instituciones públicas encargadas de temas prioritarios y sustantivos se les ha dado el carácter de Organismos autónomos, dando a entender que en su operación y en sus decisiones no van a intervenir agentes externos que tengan interés en influir en ellos.
En nuestro país tuvimos durante muchos años un presidencialismo fuerte, donde no se movía la hoja de un árbol si no era por decisión del Sr. Presidente. Ahora llevamos ya 10 años tratando de buscar una transición hacia una democracia moderna, con poderes independientes, cada uno responsable de un grupo de funciones, buscando el bienestar de la población; sin embargo, parece que la ecuación está muy difícil de resolver para nuestra clase política actual, pues han dejado que los poderes fácticos como grupos empresariales, sindicatos, televisoras, partidos políticos y ahora hasta crimen organizado, actúen para favorecer sus propios intereses.
En el INEGI, responsable de las estadísticas económicas y de población, nombraron como Presidente a Eduardo Sojo, cuando era Secretario de Economía y gente de todas las confianzas de Fox; en el Banco de México para manejar la política monetaria nombraron como Gobernador a Agustín Cartens, siendo el Secretario de Hacienda y gente de confianza de Calderón; en la Comisión de Telecomunicaciones, en un momento crítico por la licitación de varias frecuencias de banda ancha, en las que el gobierno parecía querer favorecer a una empresa específica, se nombra primero como Consejero a Mony de Swan, quién era Jefe de Asesores del Secretario de Comunicaciones y luego, la mayoría de los consejeros lo nombran sospechosamente Presidente de esa Comisión. Esta es sólo una muestra de tres organismos supuestamente autónomos, donde los nombramientos señalados hacen dudar de que se haya cumplido con evitar la influencia de presiones externas o internas y con ello volvemos a la desconfianza de que tal vez su actuación, pueda seguir los lineamientos de la persona o grupo externo que los impulsó a llegar a esos puestos.
En otros organismos autónomos como el IFE, la Comisión de Derechos Humanos, la Comisión de Acceso a la Información entre otros, es el Congreso el que designa a sus integrantes y se acusa a los partidos políticos de realizar esta función estableciendo cuotas, o sea que cada uno, de acuerdo a su representatividad, propone integrantes y después de una negociación entre ellos se vota por paquete. Aunque no intervenga el Presidente de la República, no puede decirse que hay autonomía, pues es de pensarse que los personajes designados, sentirán compromiso con quién los impulsó y habrá sospechas de que su proceder no será objetivo ni imparcial.
En unas semanas vendrá la renovación del Consejo del Instituto Electoral de Querétaro y será el congreso local el que apruebe a los Consejeros, dentro del grupo de candidatos que se registren para tal fin. Ojalá que se ponga un ejemplo y se seleccionen a los que mejor cumplan con los requisitos de conocimientos, honestidad, criterio, independencia e imparcialidad, dejando a un lado las cuotas de partido.
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