En este país ¿quien manda?,
La economía va en picada,
¿Es la oferta y la demanda?,
¿O es la gente adinerada?,
O cambiamos la Comanda,
O nos lleva la Chi….flada.
Las semanas pasadas escribimos sobre la triste situación de nuestro país, al ser prácticamente el peor de Latinoamérica en crecimiento económico y con una desigualdad social en aumento. Nuestras autoridades siguen culpando a la crisis global. No proponen cambios pues están esperando pacientemente la recuperación económica de Estados Unidos, diciendo que ya tocamos fondo. A la población ya la acostumbraron a sufrir.
No hay duda que hay una debacle económica mundial. El dogma del mercado como medida de racionalidad económica, posterior a la derrota del comunismo, también entró en crisis. La ley de la oferta y la demanda ejerció un reinado absoluto en la formulación de políticas económicas de las últimas tres décadas. Según el pensamiento clásico, la oferta y la demanda funcionan como un perfecto sistema autorregulado con un regulador infalible: “el precio”. Con esta premisa teórica, ¿qué mejor que desregular todo y dejar que el mercado se encargue de los equilibrios económico-sociales?
El economista J.Stiglitz (Premio Nóbel) demuestra que la información con que cuentan los miles de integrantes de un mercado no es perfecta y por lo tanto, el precio refleja otras variables y por tanto no es totalmente confiable. G. Soros ( London School of Economcis) en su libro "El nuevo paradigma de los mercados financieros" concluye que los mercados financieros no reflejan la economía real, ni se manejan por la oferta y la demanda, ya que influye la subjetividad y un proceso que llama reflexividad, pues los operadores del mercado influyen con su misma interacción en los precios, como vemos en las burbujas financieras en torno a un producto, que generan formas de actuar de tipo manada, o sea, que todos quieren comprar o vender un producto al mismo tiempo.
En las llamadas burbujas, como la inmobiliaria de las hipotecas "sub-prime" que desató la actual crisis, ¿dónde estuvo el mecanismo autoregulador? La debacle mostró que el mercado tiene gran dosis de irracionalidad e imprevisibilidad.
Una cosa es la producción y el consumo de bienes y servicios y otra muy distinta son los instrumentos financieros: activos tóxicos (deudas incobrables) y derivados (contratos de compra a futuro, ya sean materias primas, hipotecas, monedas, etc). En 2007 el mercado de derivados llegó a ser diez veces mayor que el PIB mundial, o sea que los papeles que circulaban por todo el mundo tenían un “precio” diez veces mayor a todo lo que producía el mundo en bienes y servicios. Si esto se multiplica por las miles de millones de transacciones diarias que se hacen en dinero, bonos, títulos y otras volatilidades del mundo financiero, podremos explicarnos el efecto del estallido de las burbujas, dejando a millones de personas en la quiebra y restringiendo el uso del dinero para la producción de bienes y servicios, que debiera ser su propósito fundamental.
México no puede darse el lujo de otros 3 años perdidos. Las soluciones que se implanten ahora pueden tardar 10 o 20 años en dar resultados, pero si no se toman nos seguiremos hundiendo.
Urge actuar. Pero ¿por dónde empezar? Sin ética no hay país. Urge acabar con la mentalidad de nuestros gobernantes, que no ven a México como su casa, sino como su botín. No podemos seguir siendo un país de cínicos, donde el que la hace no la paga. Es urgente construir para el país una Visión de Futuro de la que parta todo lo demás (modelo económico, marco social, marco legal, marco institucional, marco político, marco presupuestal, etc).
El reto es enorme pero urgente. Nuestra población merece tener mejores expectativas de vida. Un modelo económico que no crea riqueza ni empleos, que genera pobreza y desigualdad y un marco legal que permite que la impunidad esté cercana al 100% y que nos tenga en la inseguridad y el temor, hay que desecharlos de inmediato. La sociedad tiene que fijar la agenda que deben atender los políticos y los gobiernos, pues ya han demostrado que sus prioridades, nada tienen que ver con las necesidades de la población. Nosotros tenemos la palabra.
La economía va en picada,
¿Es la oferta y la demanda?,
¿O es la gente adinerada?,
O cambiamos la Comanda,
O nos lleva la Chi….flada.
Las semanas pasadas escribimos sobre la triste situación de nuestro país, al ser prácticamente el peor de Latinoamérica en crecimiento económico y con una desigualdad social en aumento. Nuestras autoridades siguen culpando a la crisis global. No proponen cambios pues están esperando pacientemente la recuperación económica de Estados Unidos, diciendo que ya tocamos fondo. A la población ya la acostumbraron a sufrir.
No hay duda que hay una debacle económica mundial. El dogma del mercado como medida de racionalidad económica, posterior a la derrota del comunismo, también entró en crisis. La ley de la oferta y la demanda ejerció un reinado absoluto en la formulación de políticas económicas de las últimas tres décadas. Según el pensamiento clásico, la oferta y la demanda funcionan como un perfecto sistema autorregulado con un regulador infalible: “el precio”. Con esta premisa teórica, ¿qué mejor que desregular todo y dejar que el mercado se encargue de los equilibrios económico-sociales?
El economista J.Stiglitz (Premio Nóbel) demuestra que la información con que cuentan los miles de integrantes de un mercado no es perfecta y por lo tanto, el precio refleja otras variables y por tanto no es totalmente confiable. G. Soros ( London School of Economcis) en su libro "El nuevo paradigma de los mercados financieros" concluye que los mercados financieros no reflejan la economía real, ni se manejan por la oferta y la demanda, ya que influye la subjetividad y un proceso que llama reflexividad, pues los operadores del mercado influyen con su misma interacción en los precios, como vemos en las burbujas financieras en torno a un producto, que generan formas de actuar de tipo manada, o sea, que todos quieren comprar o vender un producto al mismo tiempo.
En las llamadas burbujas, como la inmobiliaria de las hipotecas "sub-prime" que desató la actual crisis, ¿dónde estuvo el mecanismo autoregulador? La debacle mostró que el mercado tiene gran dosis de irracionalidad e imprevisibilidad.
Una cosa es la producción y el consumo de bienes y servicios y otra muy distinta son los instrumentos financieros: activos tóxicos (deudas incobrables) y derivados (contratos de compra a futuro, ya sean materias primas, hipotecas, monedas, etc). En 2007 el mercado de derivados llegó a ser diez veces mayor que el PIB mundial, o sea que los papeles que circulaban por todo el mundo tenían un “precio” diez veces mayor a todo lo que producía el mundo en bienes y servicios. Si esto se multiplica por las miles de millones de transacciones diarias que se hacen en dinero, bonos, títulos y otras volatilidades del mundo financiero, podremos explicarnos el efecto del estallido de las burbujas, dejando a millones de personas en la quiebra y restringiendo el uso del dinero para la producción de bienes y servicios, que debiera ser su propósito fundamental.
México no puede darse el lujo de otros 3 años perdidos. Las soluciones que se implanten ahora pueden tardar 10 o 20 años en dar resultados, pero si no se toman nos seguiremos hundiendo.
Urge actuar. Pero ¿por dónde empezar? Sin ética no hay país. Urge acabar con la mentalidad de nuestros gobernantes, que no ven a México como su casa, sino como su botín. No podemos seguir siendo un país de cínicos, donde el que la hace no la paga. Es urgente construir para el país una Visión de Futuro de la que parta todo lo demás (modelo económico, marco social, marco legal, marco institucional, marco político, marco presupuestal, etc).
El reto es enorme pero urgente. Nuestra población merece tener mejores expectativas de vida. Un modelo económico que no crea riqueza ni empleos, que genera pobreza y desigualdad y un marco legal que permite que la impunidad esté cercana al 100% y que nos tenga en la inseguridad y el temor, hay que desecharlos de inmediato. La sociedad tiene que fijar la agenda que deben atender los políticos y los gobiernos, pues ya han demostrado que sus prioridades, nada tienen que ver con las necesidades de la población. Nosotros tenemos la palabra.
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