jueves, 11 de junio de 2009

¿Voto Anulado?

Muestra de inconformidad,
Lo es el voto anulado,
Impacta en la sociedad,
Si es masivo, más que aislado,
Es acto de libertad,
Debe ser analizado.

Es tiempo de campañas políticas. Estamos a menos de un mes de las elecciones intermedias, en las que se elegirán a los diputados que se integrarán al Congreso de la Unión a partir de septiembre próximo.

De acuerdo a la última encuesta del Reforma de hace unos días, la intención del voto muestra cambios importantes en un año (de mayo a mayo). El PRI ha aumentado de 33 al 37%, mientras que el PAN ha bajado de 38 al 31% y el PRD del 18 al 16%. El resto de los partidos a nivel nacional alcanzan niveles modestos de intención de voto, así el PT tiene 4%, Convergencia 3%, Nueva Alianza 2% y el Social Demócrata el 1% y no deja de llamar la atención el 6 % del Partido Verde, gracias a su propuesta de ¡pena de muerte!

El país está inmerso en una situación muy crítica, casi en cualquier actividad que se nos ocurra: economía, ambiente social, inseguridad, impartición de justicia, impunidad, educación, agricultura, energía, ecología, ciencia y tecnología, competitividad, cultura, deporte y con una clase política cada vez más desprestigiada y lo más grave es que estos temas no se tocan con seriedad en las campañas políticas. Prometen crear empleos, disminuir impuestos, garantizar seguridad, dar bienestar, como “atractivos lemas de campaña” que cada vez engañan a menos gente, pues no se explica como lograrán lo ofrecido. Yo he explicado anteriormente, mis puntos de vista sobre la necesidad de abandonar el modelo neoliberal, si queremos empezar a resolver nuestros problemas. No he escuchado a partido alguno proponer esto o algún otro cambio de fondo, ya que prefieren nadar de muertitos y no quieren enfrentarse a los grandes intereses que quieren que todo siga igual.

Una proporción grande de la población piensa que nuestro destino es el fracaso, que la corrupción es parte de nosotros y por tanto no puede ser erradicada, que la política es cosa de los partidos y de los políticos, que el que no tranza no avanza, que no vale la pena quejarse porque el gobierno hace lo que quiere, que hay que aguantarse y que mañana Dios dirá. La conformidad no nos deja salir de nuestra mediocridad: “los anteriores eran rateros pero repartían”, “al menos no quedamos en último lugar”, “ahora al menos nos enteramos de las cosas”, “pobre presidente, no lo dejan actuar”, “nos tocaron los más difíciles”, “todos los partidos son iguales”.

No obstante lo anterior, cada día hay más personas y grupos que muestran inquietudes, inconformidades y que presentan propuestas. A mi me ha llamado la atención escuchar recientemente a algunos intelectuales y especialistas en temas políticos, que han venido proponiendo como medida de rechazo a la clase política, el ir a las urnas y anular el voto (tachando toda la boleta), por no estar satisfecho ni con partidos ni con candidatos. Al principio la rechacé de entrada, pues siempre he sido defensor de la democracia; sin embargo, creo que todos tenemos la obligación de al menos analizarla, antes de tomar una decisión.

El abstencionismo, que consiste en no presentarse a votar, se estima que será muy alto, pero ahí se mezclan los apáticos, los flojos, los irresponsables, los inconformes. El voto anulado en cambio, muestra con claridad una intención de utilizar un derecho pero para señalar una inconformidad y aunque en la legislación actual dicha acción no tiene una repercusión legal, si puede llegar a tener un alto valor político si es realizada masivamente y con cierta organización y orientación, ya que mandaría una señal a las autoridades, de que un alto porcentaje de la población exige cambios de fondo en nuestros sistemas e instituciones.

En la encuesta del Reforma de hace unos días, ya el 10% de los encuestados, reconoció su intención de sí ir a votar pero para anular su voto, porcentaje que seguramente aumentará considerablemente, pues ya hay muchas redes cibernéticas que están invitando a hacer lo mismo, con argumentos sólidos, nada despreciables. Si esto se llega a acompañar con una orientación para que quienes anulen su voto pongan alguna leyenda específica en las boletas y si se convoca a éstos ciudadanos a manifestarse el día de la elección públicamente, en las principales ciudades del país, explicando sus razones, el impacto político y la efectividad aumentarían considerablemente.

A mí, que era un convencido de que debíamos votar, ya me pusieron a dudar. Aun tengo 3 semanas

1 comentario:

Pirata Morado dijo...

Cada vez suena más sensata esta idea, también he leído a varios expertos en la materia que ven con buenos ojos esta propuesta, sobre todo por que en realidad está surgiendo del hartazgo que tiene la población con respecto al sistema político en general.

Me parece que para que de verdad pueda tener un impacto la propuesta debemos estar de acuerdo en la leyenda o la estrategia de anulación por que si no corre el riesgo de perderse entre las estadísticas de "votos nulos" sin las repercuciones políticas posteriores que se desean (cambios reales).