jueves, 23 de abril de 2009

¿DEBEMOS VOTAR? O ¿LOS DEBEMOS BOTAR?

Democracia muy costosa,
El gasto es exagerado,
Su eficacia muy dudosa,
El voto es manipulado,
Y el Ciudadano, ¡que cosa!
Se deja estar marginado.

La democracia nació y se practicó en Atenas, con pocos habitantes y en un territorio pequeño, donde los esclavos (mayoría de la población) no tenían derechos al no ser considerados ciudadanos. En la plaza pública se realizaba la “Asamblea del Pueblo” para discutir la política y votar directamente las leyes. El ateniense era estudioso, asistía al teatro, pagaba impuestos, era poeta, alternaba su condición de gobernante y gobernado y estudiaba la política al igual que recitaba poemas de Homero.

Esa democracia directa se transformó en representativa, donde la asamblea se realiza entre representantes de grupos de ciudadanos de todas las zonas del país, electos por votación, que igualmente se reúnen para discutir y aprobar leyes y aunque debiera ser una versión perfeccionada de la de Atenas al no existir esclavos ni súbditos sumisos, cada país ha establecido sus modalidades, de manera que en muchos lados no se cumple el objetivo fundamental, de que el ciudadano participe activamente en las decisiones de su ciudad, su estado y su país y sea el actor principal de la democracia.

Nuestra democracia está integrada por una legislación electoral (una federal y 32 estatales), un grupo de instituciones encargadas de organizar, vigilar y sancionar los procesos: un instituto electoral federal (procesos federales) y 32 institutos estatales (procesos locales), un tribunal federal electoral y dentro de la PGR una subprocuraduría para atender delitos electorales; un grupo de partidos políticos y al final como objetos y no sujetos, la gran masa de ciudadanos. Esta democracia resulta muy costosa, muy ineficiente, poco confiable y en lugar de preocuparse por fortalecer la participación de la gente, informarles y capacitarlos en sus derechos, ha permitido que sean los partidos políticos los que se apropien de dichos derechos, dejando al ciudadano como simple votante de opciones en las que no participó y para colmo luego resulta que muchas veces ni siquiera ese voto es respetado.

Esa falta de cultura política nos ha llevado a usar razones equivocadas para votar, ya que antes lo hacíamos por obligación cívica, disciplina, dar ejemplo a los hijos, inercia, temor a que se nos negara el pasaporte o la licencia y ahora los partidos nos invitan con otras razones igual de equivocadas como el voto útil (en el 2000 FOX utilizó ese slogan, con el que invitaba a los simpatizantes de Cárdenas que deseaban que el PRI dejara Los Pinos, a que cambiaran su voto por él, con lo que logró el triunfo, pero para el país no significó beneficio alguno) y el voto de castigo, con el que se va alternando el poder sin que se resuelvan los problemas.

Hay desencanto en la política, hay malestar por la situación del país en materia económica y de seguridad y muchos analistas políticos están invitando a la gente a no votar para expresar su descontento. El ciudadano en vez de organizarse y actuar, se conforma y piensa que es poco lo que se puede hacer. Yo invito a la gente a reflexionar y a recordar que la democracia debe ser nuestra y no de los partidos, pero que el poder no otorga nada gratuitamente, así que si no luchamos por nuestros derechos, nadie más lo hará. Usa tu voto para expresarte, para señalar tus inquietudes e inconformidades. El abstencionismo y la anulación del voto solo benefician al partido que esté en el poder en el lugar donde se aplique.

Considerando que estoy convencido de que la democracia es el menos malo de los sistemas de organización de gobierno y de vida, en la siguiente columna presentaré algunas propuestas concretas para mejorar nuestra democracia.

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