miércoles, 6 de enero de 2010

LOS BUENOS PROPÓSITOS Y LA CRUDA

Ya pasó la Navidad,
El año nuevo y Los Reyes,
Y la cruda realidad,
Más impuestos, pobres leyes,
Pobreza y desigualdad,
Nos ven la cara de bueyes.

Estamos iniciando el año 2010. Ya cada familia festejó como pudo la Navidad, el año nuevo y Los Reyes, gastándose en la mayoría de los casos el dinero que no tienen y olvidándose por unos momentos de la crisis. Todos nos abrazamos y nos deseamos cosas buenas para el nuevo año y cada uno de nosotros hizo sus mejores propósitos para mejorar en su calidad de vida, en su figura, en su salud, en sus costumbres, etc.

Hoy empieza la cruda realidad. Los aumentos de precios de todo tipo de productos ya están vigentes. Los incrementos de impuestos también. Las tarjetas de crédito están al límite y el futuro no se ve promisorio, pues además, tenemos la mala costumbre de no actuar en el sentido de nuestros propósitos, es decir, hacer cosas para que sucedan y no dejarlos como responsabilidad de terceros ya sea el destino, la virgencita, etc.

Adicionalmente, en este año se cumple el bicentenario de la guerra de independencia iniciada en 1810 y el centenario de la Revolución, movimiento iniciado en 1910. La Independencia, la Reforma y la Revolución provocaron grandes transformaciones en nuestro país, en sus instituciones, en la sociedad y en la economía y es innegable que dieron logros positivos, pero no ha habido continuidad y los intereses contrarios a los objetivos fundamentales han provocado desviaciones y destrucción de parte de lo alcanzado. México sigue siendo muy desigual, con una economía estancada durante más de 25 años y hoy en retroceso, con una pobreza creciente, con una clase política desprestigiada, que actúa a favor de intereses de grupos privilegiados y alejada del pueblo, lo que le quita autoridad moral para solicitar apoyo y sacrificios, y con una corrupción y una delincuencia cada día más desbordada, lo que aunado al cúmulo de aspiraciones no cumplidas, hacen urgente para el país, el realizar cambios profundos en sus condiciones sociales y económicas y en sus instituciones.

¿Debemos festejar? ¿Debemos conmemorar? ¿Ambas? ¿Ninguna? Yo creo que tenemos muy poco que festejar; sin embargo, no debiéramos desaprovechar la oportunidad y que estas fechas pasen desapercibidas. Debemos conmemorar como sociedad y como país, es decir, recordar lo que pasó, analizar las condiciones prevalecientes que dieron origen a movimientos tan significativos, determinar los logros obtenidos, estudiar las desviaciones y plantear con claridad los pendientes, para que a partir de ellos se pueda hacer un gran acuerdo nacional para definir el rumbo futuro que queremos la mayoría de los ciudadanos y definir acciones concretas en el ámbito económico, social y político, congruentes con ese rumbo.

El Presidente hizo sus propósitos desde el final de su último informe, en que propuso una compleja agenda de 10 puntos (combate a la pobreza, cobertura universal de salud, educación de calidad y lucha frontal contra el crimen, reformas de finanzas públicas, de telecomunicaciones, del sector energético, del sector laboral, la reforma política y electoral y la simplificación de trámites), pero al igual que la mayoría de la gente, nada hace para que se cumplan pues ya pasaron cuatro meses y pareciera que los dejó para que los resuelva el destino o la virgencita. ¿Combate a la pobreza? ¿Con más impuestos y mayores precios? Y lo único que ha puesto a discusión es la reelección de legisladores, delegados y presidentes municipales, pensando que la gente está sumamente preocupada por ese tema. ¿Qué les parece?

Hagamos los ciudadanos nuestro propósito de interesarnos más por los problemas del país, pero actuemos en consecuencia, si no, nos merecemos lo que tenemos.

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